Sin bandera negra y naranja y con el visto bueno de la propia FIA: así reanudó Fernando Alonso el Gran Premio de Estados Unidos después de sufrir un fortísimo choque con Lance Stroll que hubiera dejado a cualquier piloto en la lona... pero el bicampeón del mundo de Fórmula 1 está hecho de otra pasta.

Entró a boxes, montó neumático duro y volvió a la trazada para terminar la carrera en séptimo lugar, una posición 'soñada' tal y como se presentó la carrera desde el inicio hasta el final.

Sin embargo, una protesta de Haas -fuera de plazo, por cierto- dio inicio a una investigación de la FIA que derivó en una sanción de 30 segundos a Alonso por volver a pista sin las condiciones de seguridad necesarias.

Alpine, como es evidente, ha sacado las garras y ha presentado argumentos sólidos para revocar la penalización... pero todos sabemos lo difícil que es que la FIA eche marcha atrás.

"El equipo actuó de manera justa y consideró que el automóvil permaneció estructuralmente seguro como resultado del incidente de Fernando con Lance Stroll. La FIA tiene derecho a mostrar bandera negra y naranja a un coche durante la carrera si lo considera inseguro y, en esta ocasión, evaluó el coche y decidió no hacerlo. Además, después de la carrera, el delegado técnico de la FIA consideró que el coche estaba en condiciones", asegura el equipo.

"Un coche debe estar en condiciones de seguridad durante toda la carrera, y en este caso, el coche 14 (Alonso) no lo estaba. Esto es una responsabilidad del equipo Alpine", señala la FIA en un comunicado.

Pues bien, un antecedente de hace tan solo tres años ha dejado en evidencia al organismo: durante el Gran Premio de Japón, Lewis Hamilton rodó tras perder el retrovisor derecho y la FIA no le sancionó.

Se trata de una situación exactamente igual que la de Fernando Alonso... pero con un final bien distinto: Hamilton terminó la carrera tercero y sin sanción, y el asturiano ha quedado relegado al 15º lugar tras una sanción más que polémica.