En 1885 Leopoldo II, rey belga, se quedó con el territorio del Estado Libre del Congo, donde vio una oportunidad para extraer caucho y hacerse de oro. Pero lo hizo a costa de toda una población. Durante su mandato comprendido entre 1885 y 1908 murieron cerca de diez millones de congoleños. Fue el holocausto moderno más importante y duro de la historia. Todavía más sanguinario que el de Hitler y los nazis, que acabaron con seis millones de personas.

Los retratos

Bajo aquel yugo, en 1898, una mujer llamada Alice Seeley Harris llegó al Congo. Tenía como objetivo propagar los evangelios y enseñar a las tribus congoleñas a leer y escribir. Pero al ver la situación que se estaba viviendo allí cambió rápidamente de idea. Armada con su cámara de placas secas y una primigenia Kodak —el modelo Brownie— empezó a retratar primero el paisaje para pasar poco después a inmortalizar las consecuencias de las torturas.

Durante el mandato de Leopoldo II, comprendido entre 1885 y 1908, murieron cerca de diez millones de congoleños

Las tribus congoleñas sufrían el trato vejatorio de La Force Publique. Eran las fuerzas armadas belgas que ocuparon la zona. Era un ejército privado compuesto por unos 19.000 hombres. Sus maltratos y abusos a los congoleños era horribles. Les cortaban las extremidades a los trabajadores y a sus familiares si no llegaban a la cantidad mínima de caucho que debían recolectar.

La luz al final del túnel

Los países europeos tardaron en reaccionar. Fue gracias a un informe que elaboró Roger Casement, diplomático irlandés, sobre la horrible situación el que obligó a Leopoldo II a crear una comisión de investigación en 1904. A pesar de haberles dado voz a los congoleños en esa comisión, la situación no cambió.

En 1908 Leopoldo II cedió al parlamento belga la administración del Congo a cambio de cincuenta millones de francos

Alice no se quedó de brazos cruzados. En 1906, junto a su marido, realizó una gira de conferencias por Estados Unidos para concienciar a la comunidad internacional sobre el tema.

Así, logró abrir los ojos al mundo, hasta que en 1908 Leopoldo II cedió al parlamento belga la administración del Congo, pero a cambio de cincuenta millones de francos. Una cantidad nada desdeñable para la época. Al poco tiempo de recibir el pago, el rey belga murió, podrido de dinero y, además, admirado por su pueblo, ya que gracias al dinero recaudado por el caucho africano había logrado modernizar Bélgica y mejorar muchísimo las infraestructuras del país.

El paso del tiempo

Esta triste historia fue olvidada por culpa del tiempo y del machismo imperante en la época. Alice tuvo que viajar con su marido y cederle la autoría de su trabajo para que le hiciesen caso. En las conferencias fue él la voz cantante, ya que una mujer al mando de un proyecto como ese en aquella época era impensable.

Todavía hoy, en las fotografías tomadas y libros escritos por Seeley aparece el nombre de su marido como el autor de los mismos.

Ahora, el libro Kodak en el Congo, de Amador Guallar ha sacado a la luz la historia de Alice Seeley. Fue pionera del fotoperiodismo humanitario y la primera mujer en derrotar a un rey cuando las mujeres todavía no tenían voz, y mucho menos, voto.

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