Cada dato, un hilo roto
Las versiones de Mazón hacen aguas: cada día un detalle, una foto o una cámara desmontan sus mentiras
La otra cara Cada prueba que aparece deja claro que Mazón no estaba tan encima de la emergencia como decía. Sobremesas eternas, móviles sin atender y retrasos evidentes ponen su relato en jaque.

Carlos Mazón sigue demostrando que, por mucho que intente controlar la versión oficial de los hechos, siempre se puede ir a peor. Cada explicación, cada justificación, termina chocando con la realidad, dejando su gestión y su credibilidad al descubierto.
El propio Mazón ha querido pintar una imagen de diligencia y control: "No me paré ni entré en ningún sitio, desde la puerta del parking hasta el Palau de la Generalitat, a donde vine andando", ha dicho para explicar su presencia en el Palau durante la DANA. Pero pronto se ha descubierto 'La perla': pudo ir en coche a las 20:00, mucho antes de las 17:00 que había contado al inicio. Es decir, su equipo ya había empezado a construir una versión que no se sostenía.
Cada intento de defensa se ha ido derrumbando:
- La llegada al Palau se retrasó tres horas más de lo que Mazón dijo.
- Su presencia en el Cecopi quedó en evidencia con las cámaras de seguridad. Lo que él defendía como llegar "más tarde" a las 20:30, frente a las 19:00 que decía, ya no cuadra.
- Una comida con sobremesa de cuatro horas se convirtió en su versión de un "picoteo".
- Llevar el móvil en la mochila mientras su pueblo se ahogaba pone en duda que hubiera comunicación real.
Mazón ha intentado escudarse en un apagón informativo, en la supuesta falta de datos de la Confederación y hasta en manipular conversaciones de la AEMET. Todo esto ha sido desmentido de manera rotunda por la jueza que investiga el caso.
En su primera aparición en 'A Punt' para dar explicaciones, Mazón insistió: "Sin información sobre lo peor, lo más gravísimo que ocurrió es metafísicamente imposible avisar con antelación". Es decir, su justificación es que era imposible prever lo que pasó.
Pero los problemas no terminan ahí. Su gestión política y personal también ha sido cuestionada:
- Negarse a recibir a las víctimas, dejar que pasen meses sin un perdón sincero y esperar a que sean ellas quienes den el primer paso.
- Utilizar a las víctimas como excusa cuando las presiones internas le obligaban a salir del paso, tras pactar con Vox para aferrarse al cargo.
- Incluso a la hora de dimitir, Mazón puede ir a más: reconoce "errores" pero culpa al Gobierno, mientras que ni siquiera los suyos lo apoyan públicamente. Camarero, "su mano derecha", se limita a decir: "Lo que no hago son valoraciones personales…".
Después de un año pendiendo de un hilo, la verdad de Mazón se cae por sí sola. Cada filtración, cada foto, cada testigo, va desmontando pieza a pieza la narrativa que él intentó construir. Lo que empezó como una explicación controlada termina siendo un ejemplo de cómo se puede ir a peor… incluso cuando tu propio pueblo te mira esperando respuestas.
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