En busca de la paz
Una tregua frágil en Gaza: los primeros pasos de un acuerdo con más incógnitas que certezas
La otra cara El plan de paz de Trump logra un primer avance: Israel y Hamás acuerdan intercambiar rehenes y detener ataques, pero los temas más difíciles, como el desarme de Hamás, la retirada de tropas y el futuro de Gaza, siguen abiertos.

Israel y Hamás han llegado a un acuerdo para empezar a construir la paz en la Franja de Gaza, después de dos años de guerra y destrucción. Durante la madrugada de este jueves, los negociadores de ambos bandos cerraron los primeros puntos del plan de paz impulsado por Donald Trump.
Todo empezó a cambiar hace un mes, cuando Netanyahu ordenó bombardear Qatar. Ese ataque fue un punto de inflexión: Qatar es uno de los socios más importantes de Estados Unidos en la zona, un país con el que la familia Trump tiene negocios y que, incluso, le regaló un avión de 170 millones de dólares. El gesto enfadó tanto a Trump que obligó a Netanyahu a pedir perdón.
A partir de ahí, las piezas comenzaron a moverse. Ahora, las dos partes han aceptado dos pasos clave: intercambiar rehenes y detener los ataques. Son medidas importantes, aunque frágiles; no sería la primera vez que una tregua se rompe antes de consolidarse.
El contexto también influye. Hamás está más debilitado que nunca y, al mismo tiempo, crece la presión internacional por el sufrimiento de la población gazatí. Además, Trump está decidido a presentarse como el gran mediador de la paz —con el Nobel en el horizonte— y sus intereses económicos en la región juegan su papel. En Estados Unidos, cada vez más ciudadanos rechazan el apoyo incondicional a Israel, y eso también está pesando.
Por ahora, hay motivos para tener algo de esperanza… pero también razones para no confiarse.
¿Por qué debemos tener cautela?
El miedo es que la Franja vuelva a ser ese lugar gris después de esta primera fase. Para empezar, porque incluso durante las negociaciones, ambos siguen manteniendo su posición sobre la solución definitiva: la creación de un Estado palestino y la negativa a la solución de los dos Estados.
Y, sobre todo, porque queda lo más difícil del plan, los puntos más delicados: como el desarme de Hamás, la retirada de las tropas israelíes y concretar el futuro político de Gaza.
A esto se suma que a Netanyahu no le interesa realmente el fin del conflicto: su supervivencia política y judicial depende de mantener el apoyo de sus socios más radicales. Es un primer ministro cada vez más aislado internacionalmente, pero dispuesto a asumir ese coste mientras conserve el respaldo de Estados Unidos.
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