¿Estado de bienestar?
Duelo exprés en España: mientras en Europa te dan semanas, aquí casi tienes que volver al trabajo al día siguiente
Los detalles En España, el permiso por la muerte de un familiar directo es de solo dos días, mientras que en Europa los trabajadores tienen mucho más tiempo: Portugal ofrece hasta 20 días y Francia entre 12 y 14.

La propuesta de Yolanda Díaz de ampliar el permiso retribuido por fallecimiento a diez días ha vuelto a poner sobre la mesa un tema que pocos discuten: cómo cuidamos a los trabajadores en los momentos más duros de la vida. Para Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, la medida es simplemente una "ocurrencia". Entre risas, bromeó: "Yo pediría un permiso para descansar un ratito de los anuncios del Ministerio de Trabajo. Diez días, con tranquilidad, un ratito".
El comentario deja claro que, para algunos, el duelo es algo que debe resolverse rápido, sin molestar demasiado al trabajo. Pero la realidad es otra: perder a un familiar directo es uno de los momentos más difíciles que vivimos, y el tiempo que se nos da para enfrentarlo dice mucho de la protección social de cada país.
En España, la ley concede solo dos días, que se amplían a cuatro si la muerte ocurre fuera de la comunidad de residencia. Comparado con otros países europeos, es poco.
Portugal ofrece hasta 20 días en los casos más graves, como la pérdida de un hijo o de la pareja. En Francia, la situación cambia según el familiar: si muere un hijo, se conceden entre 12 y 14 días; si es un cónyuge, padre o hermano, solo tres días. Bélgica sí da diez días, como propone España, pero solo en casos de cónyuge o hijo y con condiciones sobre cuándo deben tomarse. Alemania, sorprendentemente, no tiene un mínimo legal: lo habitual son entre uno y tres días.
Estos números no solo muestran diferencias legales: reflejan cómo distintos países entienden el estado de bienestar y la protección de sus trabajadores. Mientras que en Portugal o Francia se reconoce que el duelo requiere tiempo y acompañamiento, en España seguimos ofreciendo permisos muy limitados, casi simbólicos, que obligan a muchos a volver al trabajo cuando todavía no han tenido tiempo de procesar la pérdida.
Ampliar el permiso a diez días sería un paso en la dirección correcta, acercando España a estándares europeos. Pero incluso así, seguiríamos lejos de los países que realmente priorizan el bienestar emocional de los trabajadores. La discusión no es solo política: es un espejo del tipo de sociedad que queremos ser, donde la productividad no esté por encima de la humanidad y donde perder a un ser querido no se convierta en un dilema laboral.
En Europa, perder a alguien cercano se toma en serio; en España, todavía nos falta camino para que el duelo sea un derecho protegido y no un lujo de la buena voluntad.
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