La sonrisa de la F1 ha vuelto. Y qué bien le sienta a la competición que así haya sido. Tras la decepción de Austin, en México por fin Daniel Ricciardo ha mostrado esa virtud tan suya y tan buena que le hace ser tan especial. El oceánico ha logrado la primera plaza de salida en el Autódromo de los Hermanos Rodríguez por delante de un Max Verstappen que ya se relamía al pensarse el más joven en lograr una pole... hasta que su compañero marcó un 1:14.759.

Lo celebró por todo lo alto desde el monoplaza, con una conversación de radio en la que solo se distinguían gritos de alegría. Alegría merecida, y alegría duplicada como cualquiera tendría tras una época en la que las cosas no salen como uno querría. Y es que es veía venir, porque Red Bull ha dominado como hacía tiempo no lo hacía. Y a diferencia de en otras ocasiones, lo de los Libres no fue un espejismo.

Porque los austriacos estaban a otro nivel en México. A un nivel como el que tenían en los años en los que Vettel no tenía rival ni tan siquiera en su propio equipo. Verstappen y Ricciardo hasta parecían reservarse para la ocasión en la que no había que guardarse nada. Y en Q3 lo dieron todo. Primero el holandés, logrando un crono que parecía ser definitivo. Y luego el oceánico, dejando a su compañero con a buen seguro una sensación no demasiado positiva.

Pero Ricciardo se lo ganó. Mientras el resto no mejoraba en su segundo intento, pintando en amarillo sobre todo el sector 1, él pintaba de verde ese y de morado los otros dos. Así lo celebró como lo hizo. Y así a saber si al pasar por la bandera a cuadros vuelve a beber de esa bota en una celebración tan atípica como... bueno, como tan suya. Sin embargo, si se repiten en carrera las posiciones de clasificación, Hamilton será el que más disfrute del champán porque saldrá de México como pentacampeón del mundo.

Eso sí, muchas vueltas quedan para llegar a ese desenlace. En la que se dieron de clasificación, Renault no pudo mantener ese nivel que mostró en los Libres 2. No por ellos, sino más bien por el resto. Con todo, los amarillos no tuvieron excesivas dificultades para pasar a la Q3, aunque tan solo pudieron dejar atrás a los Sauber de Charles Leclerc y de Marcus Ericsson. Los otros están aún a un nivel superior al de los franceses.

Carlos Sainz cayó en el duelo ante su compañero. Poco más de dos décimas separaron a ambos, y es que Hulkenberg sigue siendo un piloto que en clasificación da lo mejor de sí mismo. En la Q1 sufrió algo más de lo previsto, pero en cuanto tuvo una vuelta limpia no tuvo problemas para ser rápido. Los Force India fueron rival, rival que cayó en Q2. Y los Haas ni tan siquiera superaron la Q1.

Fernando Alonso sí lo hizo, con Stoffel Vandoorne siendo eliminado. El asturiano hizo lo que pudo con un MCL33 que a saber cuánto lleva sin contar con mejoras y avances. Se coló precisamente entre Ocon y Pérez, y tomará la salida desde la duodécima plaza. Y si algo se le da bien al bicampeón, cuando le dejan, es ser regular y un martillo en cada vuelta.

Ahora toca afrontar una carrera siempre especial desde que está en el calendario del Mundial. Una en la que Lewis Hamilton puede ser pentacampeón del mundo, igualar a un mito como Fangio y tener tan solo por delante de él a Michael Schumacher.