Escándalos en el PSOE

El 'manual de resistencia' (también interna) de Sánchez: cómo aguantar escándalos sin mover ficha

Los detalles En el PSOE, la respuesta ante los escándalos no ha sido actuar rápido ni de forma transparente, sino resistir con uñas y dientes, negando lo evidente y dejando que la presión interna y externa vaya creciendo hasta que, casi a la fuerza, se toman decisiones que siempre llegan tarde.

El 'manual de resistencia' (también interna) de Sánchez: cómo aguantar escándalos sin mover ficha

Pedro Sánchez arrancó el Comité Federal del sábado tirando de un clásico: "es tiempo de resiliencia", dijo. Una palabra solemne, bien colocada, que suena a liderazgo sereno. Pero debajo de ese discurso, lo que se ve es otra cosa. Porque lo que el presidente está aplicando estos días —otra vez— no es resiliencia, es resistencia pura. De la que consiste en no moverse hasta que el problema explota en la cara.

Y esta vez, el problema no viene de fuera. No es la derecha. No son los jueces. Es su propio partido. Y ahí también, Sánchez aguanta.

El caso de Francisco Salazar es el ejemplo más reciente. Lo nombraron número dos de Organización del PSOE, pese a que dentro del partido ya había quejas. Nadie las canalizó oficialmente, pero estaban ahí. Todo siguió adelante. Hasta que eldiario.es lo publicó. Entonces, y solo entonces, el partido actuó. Pero no fue automático: fueron las mujeres socialistas quienes empujaron desde dentro y forzaron su salida. Mientras tanto, desde el Gobierno se negaba todo.

La ministra Pilar Alegría incluso lo defendió públicamente hasta minutos antes de que Salazar cayera. Y cuando se supo que el protocolo de denuncias no garantizaba el anonimato hasta la noche del sábado —un día después del escándalo—, aún hubo dirigentes, como Óscar López, que lo negaron sin pestañear.

Pero este no es un caso aislado. Solo es la última pieza de un patrón que se repite. La historia de Santos Cerdán es mucho más grave. Hoy está en prisión, pero en octubre del año pasado, una persona de absoluta confianza de Sánchez le avisó de que venían informaciones durísimas sobre él. Le recomendaron que no lo ratificara como número tres del partido. El aviso fue claro. Aun así, en diciembre, Cerdán fue confirmado en el Congreso de Sevilla como jefe de Organización. El presidente no movió un dedo. Y ahora, el coste es evidente.

Y aún hay más. El tercer frente tiene nombre conocido: José Luis Ábalos. Después de meses de silencio, el exministro reapareció esta semana en okdiariopara asegurar que el 28 de septiembre de 2023, en una reunión en Moncloa, Sánchez le dijo personalmente que la UCO estaba investigando a su exasesor, Koldo García. Medio año después, Koldo fue detenido. ¿La reacción del Gobierno? Negarlo todo, rápido. Otra vez Óscar López al frente del desmentido, repitiendo la frase que se ha vuelto casi automática: "No es verdad".

En el PSOE no hay casualidades: siempre niegan, aguantan y protegen al cargo cuando estalla un escándalo. Esa estrategia —que tan útil le ha sido a Sánchez durante años frente a las crisis externas— empieza a mostrar sus límites cuando el fuego viene desde dentro. Solo reaccionan cuando la presión es insostenible y alguien levanta la voz. Entonces, y solo entonces, Sánchez se mueve.