35 años después
Salieron de vacaciones rumbo a Kuwait y acabaron como rehenes de Sadam Huseín: la historia nunca contada del vuelo 149
El contexto El 1 de agosto de 1990, un avión comercial aterrizó en plena invasión de Kuwait. Sus 385 pasajeros fueron tomados como rehenes por las tropas de Saddam. Hoy, muchos denuncian que fueron usados para infiltrar militares británicos encubiertos en territorio ocupado.

Aquella noche del 1 de agosto de 1990, los 385 pasajeros del vuelo 149 de British Airways se subieron al avión pensando en sus vacaciones. El destino final era Kuala Lumpur, pero el vuelo haría una escala para repostar en Kuwait. Un trámite, poco más que una parada técnica. Pero algo salió mal. O muy mal. Mientras el avión estaba en el aire, Irak invadió Kuwait. Y, aun así, nadie desvió la ruta.
El resultado: el avión aterrizó en un aeropuerto invadido por las tropas de Sadam Huseín. En cuestión de minutos, todos los pasajeros se convirtieron en rehenes del dictador iraquí.
¿Mala suerte? Los pasajeros no lo creen
La versión oficial del Gobierno británico siempre ha sido la misma: fue una tragedia causada por una combinación de mala suerte y mala comunicación. Pero los pasajeros cuentan otra historia. Aseguran que en ese avión iban ocho militares británicos encubiertos. Y que todo estaba planeado: habían sido metidos en un vuelo comercial para pasar desapercibidos y ser introducidos en territorio enemigo sin levantar sospechas.
¿Por qué no desviaron el vuelo a pesar de que Kuwait ya estaba siendo invadido? ¿Por qué aterrizó justo cuando las tropas iraquíes estaban asaltando el aeropuerto? ¿Y por qué —según varios testigos— un pequeño grupo de hombres abandonó el avión nada más aterrizar y desapareció antes de que llegaran los soldados de Huseín?
Usados como 'caballo de Troya'
Los supervivientes del vuelo 149 creen que ellos eran el señuelo. El 'caballo de Troya' perfecto para infiltrar soldados en un país que acababa de ser invadido. Y que, por esa operación encubierta, sus vidas fueron puestas en peligro deliberadamente.
La teoría, que durante años fue tachada de conspiranoica, empieza a ganar peso. Han pasado 35 años, y nuevos documentos y testimonios apuntan en esa dirección. El propio embajador británico en Kuwait ha confirmado que alertó a su gobierno de la invasión mientras el vuelo estaba en el aire. Pero nadie hizo nada. Nadie avisó al avión. Y el avión aterrizó.
Escudos humanos de Saddam
Nada más tocar tierra, el horror comenzó. Las tropas iraquíes invadieron el aeropuerto y los pasajeros fueron retenidos. Durante meses, Sadam Huseín los utilizó como escudos humanos. Los repartía en instalaciones estratégicas —centrales eléctricas, depósitos de armas, refinerías— sabiendo que los países occidentales no se atreverían a bombardear si había civiles inocentes dentro.
Mientras tanto, según los pasajeros, los ocho hombres que bajaron antes de la llegada de las tropas ya estaban en movimiento. La teoría más extendida: eran soldados británicos de élite desplegados para operar sobre el terreno. Si eso se confirma, estaríamos hablando de una maniobra encubierta en la que el Reino Unido usó un vuelo comercial lleno de civiles para introducir a sus militares en una zona de guerra.
Una bomba para borrar las huellas
El avión nunca volvió a volar. El Boeing 747 fue destruido días después. Y la teoría más repetida es inquietante: que una bomba estadounidense —lanzada a petición del Reino Unido— lo calcinó para eliminar pruebas. Pruebas de que esa operación secreta había existido.
Cinco meses después, los rehenes regresaron a casa. Físicamente agotados. Psicológicamente rotos. Algunos con marcas de tortura, otros con traumas que arrastran hasta hoy.
Una verdad que empieza a salir a la luz
Ahora, tres décadas y media después, los supervivientes se han organizado. Han creado una asociación, han reunido pruebas y han llevado el caso a los tribunales. Quieren una sola cosa: que el Gobierno británico diga la verdad. Que admita lo que hizo. Y que asuma su responsabilidad.
La historia del vuelo 149 no es solo un episodio olvidado de la guerra del Golfo. Es un ejemplo brutal de cómo la vida de cientos de civiles puede ser sacrificada —en silencio— por los intereses de un gobierno. Y ahora, por fin, la verdad empieza a emerger.