El tercer episodio de 'Una vida Bárbara' titulado 'Bárbara y Ángel' arranca en 1979 y cuenta como la actriz Bárbara Rey, que se encontraba triunfando con un espectáculo el el Lido, conoce al domador Ángel Cristo y se enamora después de haber tenido un fugaz romance con Paquirri.
Después de dos meses de noviazgo, la artista decide dejarlo todo para casarse con el empresario del mundo del circo. El rey con el que Bárbara había mantenido una relación le envió un detalle, tal y como recuerda la actriz: "Su regalo fue el brillante metido en una cosa lacrada del estudio gemológico".
Era el mismo brillante que años antes la actriz había comprado a muy buen precio y que en un momento de necesidad se lo había vendido al rey por 4 millones, cuando su valor real era de 12. La actriz reconoce que fue un regalo oportuno porque volvió a utilizarlo en malos momentos. "Me vino bien que lo devolviera porque en momentos difíciles de mi vida lo vendí".
Más Noticias
Millie Bobby Brown ('Stranger Things') anuncia por sorpresa que ha sido madre a los 21 años de una niña: "Ahora somos tres"
Imperio | Bala Hatun es secuestrada por orden de la princesa Sofía
Descubre dónde se rodó 'Imperio': localizaciones, escenografía y curiosidades del set
Imperio | La promesa de Osman a Bala: "El que haga que esta mujer derrame una sola lágrima será mi mayor enemigo"
Imperio | "Mi único deseo es verte una vez más": las bonitas palabras de Osman a Bala mientras su amor crece desbocado
Bárbara Rey no volvió a tener relación con el rey o con ningún otro hombre mientras estuvo casada porque como ella misma relata "si lo hubiera hecho, hubiera dejado este mundo mucho antes que Ángel Cristo". Aún así, su marido se mostró como un hombre inseguro y celoso desde el día siguiente de la boda y nunca confió en ella, cuando el infiel de la relación era él.

Equipo de Investigación, en 2024
"Me quieren quitar el techo para meter a un turista": la indignación de una vecina de Barcelona a la que querían desalojar
Equipo de Investigación habló en 2024 con una inquilina que vivía en un piso de 35 metros cuadrados en Barcelona, a la que no renovaron el contrato de alquiler y obligaron a abandonar el inmueble en el que residía.