'Arny. Historia de una infamia' ya está disponible en HBO Max y, si bien mucha gente recordará en mayor o menor medida el caso que alimentó muchas páginas de periódicos y horas de televisión, habrá más de una generación que no sepa nada del caso Arny y que con esta docuserie descubrirán el escandaloso proceso judicial por una denuncia de prostitución de menores que dejó al descubierto las deficiencias del sistema y de la sociedad de la época.
No es la primera vez que nos asomamos a la década de los años 90 con cierta sensación de vergüenza ajena al ver esa foto fija de una España arcaica. Sucedió con otras docuseries como 'Dolores. La verdad sobre el caso Wanninkhof' (HBO Max), 'El pionero' (HBO Max), 'Nevenka' (Netflix) o 'El caso Alcàsser' (Netflix), por mencionar algunos. El caso Arny salió a la luz en 1995, apenas tres años después del gran año de la Expo de Sevilla y de las Olimpiadas de Barcelona, dos acontecimientos que además de situarnos en el mapa, se supone que encaminaban al país hacia la modernidad. Pero nada más lejos de la realidad a juzgar por el escándalo de la causa que destapó una red de prostitución de menores.
A través de sus tres episodios, la serie de HBO Max hace una exposición casi cronológica de los hechos utilizando imágenes de archivo y testimonio de algunos de los implicados y protagonistas del caso que ayudan a dar forma a lo que finalmente es una suerte de examen de conciencia o expiación de pecados. El caso como decimos destapó un red de prostitución de menores en un local de ambiente de Sevilla a raíz de la denuncia de un joven que después pasaría a convertirse en el testigo nº1. La noticia no habría salido de las páginas de local de los periódicos de no ser por la filtración a cuenta gotas de una lista de acusados que incluía a famosos de la época como Javier Gurruchaga, Jorge Cadaval o Jesús Vázquez o de personalidades como el juez de Menores de Sevilla Manuel Rico Lara.
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Instrucción irregular y juicio paralelo en los medios
A pesar de que la investigación se desarrolló bajo secreto de sumario los acusados se sintieron señalados desde sus primeras declaraciones ante la jueza María Auxiliadora Echávarri. La lista de imputados era larga con casi 50 nombres, pero no tanto como la de los 55 testigos menores que formaban la acusación. Tal y como se puede ver en la serie, a pesar de que hubo una investigación policial no se encontraron más pruebas que la palabra de los testigos. Conforme pasaron los meses estos jóvenes fueron alcanzando la mayoría de edad y se convirtieron en protagonistas de la actualidad al ir a los medios de comunicación con relatos sórdidos de lo que sucedía en el local. El problema es que esos relatos cambiaban de una aparición a otra e incluso los ofrecían a gusto del consumidor a cambio de dinero o de droga. Muchos de los testigos procedían de entornos marginales y/o estaban enganchados a las drogas. A pesar de las evidentes dudas sobre la credibilidad de los denunciantes e incluso después de que el principal testigo se retractase, la jueza decidió seguir adelante.
Pasaron más de dos años hasta la celebración del juicio en 1998 y durante aquellos meses la actuación de la prensa fue más que cuestionable. Varios periodistas como el excorresponsal del mundo Pedro Andrades, Ángel Antonio Herrera, la periodista de Canal Sur Inmaculada Casal o el redactor de El País Jorge Rodríguez analizan la encarnizada lucha de periódicos y televisiones por conseguir el testimonio más escabroso, sin que importara la veracidad, o por hacerse con la audiencia del día.
Buenos testimonios y falta de conclusión
Para el relato de los hechos se hacen imprescindibles las declaraciones de los protagonistas, especialmente la de Jesús Vázquez que fue uno de los famosos imputados y que cuenta el calvario que vivió durante más de dos años. Viéndolo desde la actualidad parece increíble que un hecho delictivo horrible terminara convertido en un arma arrojadiza contra contra los homosexuales a través de falsas acusaciones, como demostró la absolución de la mayoría de los imputados. Aunque faltan algunos protagonistas que no han querido participar, los que sí participan permiten hacer una buen reconstrucción de los sucedido.
Lo que se hecha en falta es una investigación sobre quién estuvo detrás del montaje de las falsas acusaciones, saber quién fue la mano negra. En la docuserie parece que todo fue un montaje para inculpar a famosos homosexuales, pero no se aclara cuál fue el motivo y simplemente se plantean varias hipótesis que ya se barajaron en la época tras la resolución del caso. Pudo ser una estrategia de especulación inmobiliaria que se fue de las manos, una cortina de humo para tapar la corrupción del PSOE, la venganza de un mando policial contra el juez Manuel Rico Lara que resultó implicado o una campaña de fuerzas conservadoras contra los homosexuales, como sostiene el propio Jesús Vázquez. "Fue el último intento de las cavernas, las fuerzas reaccionarias y el poder homófobo para asestar un golpe a la libertad y la tolerancia".