Calma frente al caos
Mazón ante la comisión sobre la DANA: tranquilo, pasota, móvil en mano y ninguna respuesta clara
El contexto Mientras Mazón se sentaba rodeado de seis asesores y su apuntador personal, los afectados no podían entrar y se escuchaban sus gritos desde la calle; él tomó apuntes, revisó el móvil y respondió a preguntas sobre la DANA sin aportar ninguna información nueva.

Carlos Mazón se ha sentado ante la comisión de investigación de la DANA con una tranquilidad sorprendente y una sonrisa en la cara que no se le ha borrado en ningún momento. Esa sonrisa lo decía todo: iba a leerlo todo… y no aportar nada nuevo. Porque, recordemos, según el Código Penal, "faltar a la verdad en una comisión parlamentaria de investigación puede suponer de seis meses a un año de prisión o multa de 12 a 24 meses". Por eso Mazón leyó hasta la última palabra… y aun así, las víctimas creyeron que mentía.
Desde la calle, los gritos de las víctimas se escuchaban alto y claro: no les dejaron entrar. Mientras tanto, Mazón contaba con cinco asesores: dos de asuntos generales, uno de coordinación, uno de proyectos estratégicos y uno de transparencia.
Cuando se les preguntó dónde estaban el día de la DANA, la respuesta fue un críptico "ya vamos hablando".
Durante su comparecencia, Mazón respondió a 73 preguntas, pero no dio ninguna información nueva. Todo lo que hizo fue victimizarse, recordando que él asumió responsabilidades, que él impulsó la comisión, y que él siempre da la cara. Pero lo que más llamó la atención fue su cara.
Desde que se sentó, parecía relajado: sonreía mientras la presidenta le explicaba el funcionamiento y los compañeros le hacían fotos previas. Se rió de algunas preguntas triviales, como las relacionadas con su comida o con su dimisión. Incluso, durante la intervención de José María Llanos (Vox), mostró una cara amable, probablemente porque Llanos lo defendió casi más que su propio partido.
Entre el resto de intervenciones, su comportamiento fue un mix de mirada perdida, jugueteo con el bolígrafo y total pasotismo, llegando incluso a contestar un mensaje de móvil, como si la comisión no fuera con él. Y teniendo en cuenta lo poco que mira el móvil en emergencias, ese mensaje debía ser importante.
Mazón tomó un montón de apuntes, sorprendentemente para no responder a nada. Negó varias cosas, aunque no siempre de forma directa. Por ejemplo, negó con la cabeza cuando le preguntaron si Vilaplana le había mostrado un vídeo de Utiel, pero luego reconoció que sí sabía que había un problema allí.
Además, tuvo un apuntador personal, Vicente Betoret, vicepresidente de la comisión y expresidente del PP en Valencia, que en varios momentos actuó casi como asesor de Mazón. Y eso, sumado a los otros seis asesores, da una idea del despliegue que llevó consigo.
El mensaje final de Mazón fue tan simple como su estrategia: muchas explicaciones, muchas caras y ninguna novedad.
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