Memoria bajo la cruz

Lo que nadie te cuenta del Valle de los Caídos: muertos, presos y la obsesión de Franco

Los detalles Más de 33.000 personas, la mayoría republicanos, fueron enterradas sin aviso, muchos obligados a trabajar en condiciones extremas. Entre la megalomanía de Franco y la historia silenciada, resignificar el Valle es la oportunidad de contar la verdad completa.

Lo que nadie te cuenta del Valle de los Caídos: muertos, presos y la obsesión de Franco

El Valle de los Caídos, el monumento más polémico de España, está a punto de cambiar su cara… aunque no será mañana. El proyecto ganador del concurso de resignificación apuesta por quitar la escalinata, poner el foco en la montaña y abrir un museo subterráneo. La cripta y la cruz se quedan donde están, pero todo lo demás se reinterpretará.

Eso sí, las obras no empezarían hasta 2027, y un nuevo gobierno podría paralizarlas. Para el PP, esto es "la ambición de Sánchez y sus socios por reescribir la historia", mientras Vox ya trató de bloquearlo todo en el Congreso.

Pero más allá de la polémica política, hay algo mucho más importante: la historia que deberían contarnos de verdad.

Dentro del Valle, en sus sótanos, hay 33.847 personas enterradas, la mayoría republicanos. Muchos fueron llevados allí sin avisar ni respetar la voluntad de sus familias. El monumento se vendió como un gesto de reconciliación, pero en realidad desenterraron fosas comunes de los 'rojos' y los llevaron en cajas. Los vencedores de la guerra ya habían sido honrados. Así que la mayoría de los restos que hay en Cuelgamuros son de los que estaban en contra de Franco.

El Valle no se hizo solo con trabajadores libres: también hubo presos republicanos obligados a trabajar en condiciones extremas. Gente que, pese a todo, a veces prefería quedarse en las cárceles de Franco antes que pasar por aquello. Solo así se entiende el sufrimiento que hubo detrás de cada piedra.

El monumento también fue la tumba de Franco, lo que lo convierte en un edificio directamente ligado a su megalomanía y narcisismo. No es solo un lugar donde descansan muertos de la guerra; es un sitio donde el dictador quiso perpetuarse y glorificarse, y eso hace que resignificarlo sea mucho más complicado.

No podemos olvidarnos de la Iglesia. Franco se apoyó en la religión para afianzar su poder, y la Iglesia lo abrazó para protegerse y sacar provecho. Esa relación marcó moralmente al país durante décadas, y no empezó a despegarse hasta el final de la dictadura. Explicarlo es clave para entender cómo España llegó hasta aquí.

Resignificar el Valle de los Caídos es una oportunidad para contar la historia completa: los muertos, los presos, la megalomanía de un dictador y la complicidad de la Iglesia. La pregunta es si estamos preparados para escucharla tal como fue.

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