El 'síndrome post aborto'

Coacción disfrazada de información: la estrategia de la derecha y ultraderecha contra el aborto legal

Los detalles Obligar a escuchar latidos, mostrar ecografías o repartir muñecos simulando bebés no es educación ni protección; es manipulación, intimidación y violencia política que busca culpabilizar e infantilizar a mujeres que ejercen un derecho legal sobre su propio cuerpo.

Coacción disfrazada de información: la estrategia de la derecha y ultraderecha contra el aborto legal

José Luis Martínez-Almeidaintenta ahora distanciarse de Vox después de que su partido respaldara la polémica propuesta de la ultraderecha para obligar a informar –o más bien desinformar– a las mujeres que deciden interrumpir su embarazo sobre el llamado 'síndrome post aborto'. Un supuesto trastorno cuya existencia no tiene ninguna evidencia científica, algo que el propio alcalde admitió este jueves. Aun así, insiste en que "hay que proporcionar información".

Lo dijo en el Colegio de Médicos de Madrid, donde la prensa le preguntó por la medida aprobada gracias al apoyo del PP y que contempla dar información sobre este supuesto síndrome "de manera obligatoria, verbal y escrita, permanente y visible" en centros de salud, espacios de igualdad o del Samur Social. Almeida negó que se obligue a las mujeres a recibir esta información o que se dé "información falsa" desde el Consistorio. "Apoyar que se dé información a las mujeres no es apoyar el argumentario de Vox", dijo.

Pero esta explicación no puede ocultar lo evidente: la derecha y la ultraderecha están usando la desinformación para atacarun derecho que existe en España desde hace décadas. Esto no es un debate sobre información; es una estrategia para coaccionar, manipular e intimidar a mujeres que ya han tomado decisiones sobre su propio cuerpo y su vida.

Propuestas como obligar a escuchar el latido fetal, mostrar ecografías a mujeres que ya han decidido abortar, repartir muñecos que simulan fetos o incluso organizar misas frente a clínicas no tienen ningún sentido médico ni científico. Su único objetivo es interferir en la decisión de la mujer, hacerla sentir culpable y amenazada. Esto no es protección ni acompañamiento; es coacción disfrazada de información.

La cantinela es siempre la misma: las mujeres abortan porque "no tienen suficiente información". Almeida lo repite, Ayuso lo ha usado durante años, y como ejemplo lanzó su teléfono "a favor de la vida" –que no es más que el antiguo teléfono de atención a la maternidad con otro nombre– para reforzar la idea de que las mujeres deben ser vigiladas y dirigidas. Todo un ejercicio de infantilización y desautorización de la decisión de la mujer, como si su elección no fuera válida.

Mientras tanto, los que realmente incumplen la ley son los acosadores: quienes van a rezar a las puertas de las clínicas, quienes colocan furgonetas para hacer ecografías, quienes reparten muñecos y hostigan a mujeres. El Código Penal lo deja claro: la persecución de mujeres que van a abortar puede costar hasta un año de cárcel. Pero para la derecha y la ultraderecha, estas violaciones de la ley parecen no importar mientras intentan imponer miedo y culpa a las mujeres que ejercen un derecho legal.

Esto no es información, no es debate ni educación. Es un ataque sistemático al derecho al aborto, disfrazado de preocupación. Almeida puede intentar lavarse las manos ahora, pero su partido permitió que esta iniciativa llegara a los centros de salud. En pocas palabras: la derecha y la ultraderecha están usando la desinformación para asustar, presionar y manipular a mujeres, intentando negarles un derecho legal que les pertenece.

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