El Congreso, la zona cero
La 'bomba nuclear' de Feijóo: un ataque personal a Sánchez que rompe alianzas y arrastra al PP hacia la ultraderecha
El contexto El líder del PP insinuó que la familia de Sánchez pudo lucrarse con la prostitución. Buscaba exhibir autoridad, pero ha provocado una onda expansiva que rompe con el PNV, blanquea el discurso de Vox y volatiza su perfil moderado.

"¿De qué prostíbulos ha vivido usted?": El Congreso tembló este miércoles, por esta frase del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. Lo que dijo fue una bomba —casi— nuclear lanzada con nombre, apellidos y un objetivo directo. Y aunque creía que dominaba la onda expansiva, la detonación se le ha ido de las manos.
Cuando Pedro Sánchez sacó al 'popular' su amistad con el narcotraficante Marcial Dorado, Feijóo no respondió con una defensa, ni siquiera con evasivas. Golpeó. E insinuó que la familia política del presidente del Gobierno podría haber estado vinculada "a título lucrativo" con el "abominable negocio de la prostitución".
Fue un cruce de cables que dejó sin aliento al hemiciclo. La frase, preparada y medida en Génova, pretendía proyectar dureza, autoridad, liderazgo. Pero lo que consiguió lo contrario. El discurso no era el de un jefe de la oposición que quiere gobernar; era el de un político que ha asumido que no tiene con quién pactar y ha optado por incendiar el tablero.
Las reacciones no tardaron. Patxi López estalló desde el PSOE, acusando al PP de "indecencia" y de fomentar discursos que alimentan el fascismo. Desde Sumar, tildaron el ataque de irresponsable. Solo Borja Sémper dejó ver cierta incomodidad. El resto del PP, eufórico. Vox, encantado. Porque en ese momento, Feijóo no parecía competir con Sánchez: parecía competir con Abascal.
Pero el verdadero daño colateral fue otro: el PNV. Siete años después de aquella moción de censura que desalojó a Rajoy, los jeltzales pusieron punto final. No hubo matices. Feijóo, dijeron, ha cruzado la línea roja que los aleja de cualquier entendimiento. No habrá acuerdos. No habrá moción. No habrá vuelta atrás. Lo de este último pleno no fue un choque ideológico; fue, para ellos, una traición ética. Y lo dijeron con toda la carga simbólica que tiene escuchar a un portavoz del PNV reprochando que el PP se exprese como la ultraderecha.
¿Qué ha querido hacer realmente Feijóo? En el fondo, la ecuación es clara. Como no le salen los números, ha decidido tensar hasta romper. Su único camino es que haya elecciones. Y para eso necesita provocar desgaste, agitar el Parlamento, forzar errores, y presentarse como la única alternativa limpia ante lo que él describe como un Gobierno atrapado en las sombras de la corrupción. Aunque para lograrlo, esté dispuesto a ensuciarse.
Pero hay un problema de fondo. Porque al lanzar esta bomba, Feijóo ha dejado atrás algo más que la moderación: ha perdido su ambigüedad. Ya no puede seguir jugando a ser el político institucional que se distancia de Vox, mientras utiliza sus mismas armas. Lo de hoy no ha sido una crítica política: ha sido una insinuación personal contra la familia del presidente. Y eso, en democracia, tiene un precio.