Ni amigos ni aliados

Trump convierte el Despacho Oval en sala de presión: Netanyahu busca sobrevivir a otra encerrona política

¿Por qué es importante? El presidente estadounidense ha convertido sus reuniones bilaterales en escenarios de exigencias unilaterales y golpes mediáticos. Lo vivió Zelenski, Macron y Ramaphosa. Hoy es el turno de Netanyahu, que llega sabiendo que Trump quiere una tregua en Gaza.

Imagen de archivo de Netanyahu y Donald Trump.
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El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha aterrizado este lunes en Washington para lo que, sobre el papel, debería ser una visita entre 'viejos aliados'. Pero si algo ha dejado claro esta nueva era de Donald Trump en la Casa Blanca es que ni siquiera los amigos salen indemnes de una reunión con él. Sobre la mesa: Gaza. Y un objetivo claro para Trump: anotarse el mérito político de una tregua, preferiblemente esta misma semana.

"Estamos muy cerca de un acuerdo para Gaza", declaró esta mañana. "Podríamos tenerlo esta semana", añadió. El mensaje está claro: Bibi, no vengas a pedir, ven a ceder.

Aunque se han vendido durante años como socios estratégicos inseparables, Netanyahu sabe perfectamente que con Trump no hay garantías. Ya lo vivió en carne propia en abril, cuando salió de la Casa Blanca sin rueda de prensa conjunta y, peor aún, sin el esperado acuerdo de aranceles preferenciales. Fue recibido, sí, pero sin honores.

Y no está solo. Porque en estos primeros seis meses del 'Trump 2.0', varios líderes mundiales han pasado por el Despacho Oval y han salido más que escaldados.

Zelenski, el grito de frustración

La escena fue casi surrealista. El pasado 28 de febrero, en una reunión a puerta cerrada (con más micrófonos de los previstos), Trump lanzó una advertencia en tono bronco al presidente ucraniano: "¡Estás jugando con la Tercera Guerra Mundial!". Zelenski respondió con una mezcla de incredulidad y rabia: "¡¿En qué clase de diplomacia se ha convertido la estadounidense?!"

Lo que debía ser una conversación sobre ayuda militar se convirtió en una confrontación abierta. Desde entonces, el presidente ucraniano ha endurecido su discurso respecto a Washington.

Sudáfrica: el bulo racial en directo

A Cyril Ramaphosa, presidente de Sudáfrica, Trump le disparó desde la desinformación: "Mira a todos estos granjeros blancos quemados".

Un bulo reciclado de su primer mandato, sin base factual alguna, pero lanzado sin filtro y en pleno encuentro bilateral. La Casa Blanca canceló la rueda de prensa conjunta y Pretoria protestó formalmente. El encuentro terminó en absoluto silencio diplomático.

Macron, el que sí le plantó cara

Con el presidente francés, el choque fue más técnico, pero igual de revelador. En marzo, Trump soltó una de sus medias verdades sobre la ayuda europea a Ucrania: "Europa solo presta dinero a Ucrania".

Macron, sin perder la compostura, lo corrigió en directo: "No, de hecho, hemos pagado el 60% de toda la ayuda… y solo lo recuperaríamos si Rusia acaba pagando por ello".

Netanyahu: tercera cita, pocas certezas

Volviendo a Netanyahu, hoy se verá las caras con un Trump que, aunque le guiña el ojo en público, le presiona en privado. No se espera gran parafernalia. La prioridad para Trump es cerrar —o al menos aparentar que está a punto de cerrar— una tregua en Gaza.

Todo lo demás, incluidos los intereses estratégicos de Israel, quedan en segundo plano. Si Bibi no entrega algo, el encuentro podría terminar como en abril: sin foto, sin acuerdos y con otro aliado tambaleándose.

Porque eso es lo que ha traído este Trump recargado: un estilo de política exterior menos diplomático y más confrontacional. Para muchos, puro matonismo geopolítico. Para otros, estrategia de presión. Para todos, imprevisible. Y aunque hoy se trate de Netanyahu, nadie puede decir que no le avisaron.