Quién iba a pensar que Mercedes ni contaría para luchar por la pole en Q3. Quién iba a pensar que, en este 2022, eso de ganar la primera carrera del Mundial, algo que han hecho desde 2019, sería algo muy, muy complicado. Pero sí, así es, y no solo porque Hamilton arranque quinto con Russell noveno, sino porque las sensaciones del equipo actual campeón del mundo son de todo menos positivas y esperanzadoras.

No pudieron hacer prácticamente nada ante Max Verstappen y los Ferrari, y a Lewis casi le pasan el Alfa Romeo de Valtteri Bottas y el Haas, ojo, el Haas, de Kevin Magnussen. Fernando Alonso, con el Alpine, batió incluso a George Russell.

Lo peor es que el ritmo de carrera es igualmente deficiente, y Lewis Hamilton ya ha encontrado al 'culpable' para explicar esta situación: el llamado 'porpoising, o efecto 'marsopeo'. El rebote, en castizo.

"Es un problema enorme que nunca había tenido un F1. Un coche no está hecho para que salte así. Ganas carga, la pierdes, la ganas, la pierdes... Lo hemos suavizado, pero...", afirma.

Y Hamilton pone el foco en lo que sufren piloto y coche: "No era cómodo para espalda y cuello, aunque ahora está mejorando y espero que siga así. falta carga aerodinámica, y hay otros rivales que tienen mejor el coche en este sentido".

"Siendo realistas, no podemos competir con el ritmo de delante pero sí podemos pelear con los que están detrás. Podemos hacer una estrategia diferente, y si nuestro ritmo es mejor de lo esperado quizá podamos aguantar un rato delante... Pero no seremos rápidos", afirma.

Con todo, Hamilton dice ser "positivo": "Ha habido mucho trabajo y muchas conversaciones, pero nada que se cambie en el 'set up' podrá arreglar los problemas que tenemos... ni los arreglará a corto plaza".

"Esperábamos ser quintos y soy feliz por ello. Los de delante están a seis o siete décimas, y hay que ser precisos para recortar esta desventaja. Y no es cosa de la pista, porque en Barcelona nos pasó igual y no es un circuito bacheado", sentencia.