Mucha polémica va a haber. Muchísima. Y, de nuevo, con Fernando Alonso como protagonista. De nuevo, con el piloto asturiano. Otra vez, la FIA pone su mirada en el bicampeón. En un piloto que, por méritos propios, llegó al podio de Arabia Saudí. Llegó, en Jeddah, a su podio 100 de F1. Pero no, nada sirvió. Nada valió. Ninguna de sus 50 vueltas, con un coche a rebufo de Red Bull, le llevó a catar premio. Nada le llevó a tener la medalla de bronce con el AMR23.
Sería eso sí absurdo negar la evidencia. Sí, el gato toca el alerón trasero del Aston Martin. Lo toca cuando no debía ni acercarse a él. Porque Alonso tenía una sanción. Una rigurosísima sanción que para otros pilotos no significó nada. Para él sí. Para él fueron 5 segundos. Lo fueron solo por colocar el coche un poco más a la izquierda en el cajón de salida de Jeddah.
Eso originó todo. Eso provocó que la FIA le metiera una penalización. El 'safety car', provocado por Lance Stroll al abandonar y dejar el coche casi parado en Jeddah, hizo que Alonso tuviera la opción de cumplir su sanción sin perder ni tiempo ni puestos. Eso hizo. Pero en ese momento el gato trasero, el que levanta el coche, tocó el monoplaza.
¿Y por qué tardaron una hora?
Se vio en una repetición. En una al final de carrera. Porque fue ahí, en ese momento, cuando llegó la penalización a Alonso. No fue como a Esteban Ocon en Bahrein,que se enteró durante el transcurso del Gran Premio pudiendo recuperar el tiempo perdido. A Fernando no se le dio esa oportunidad.
No pudo abrir brecha con Russell porque nadie avisó. Porque ni una advertencia hubo por parte de dirección de carrera que hubiese investigación a Alonso. Que hiciese temer tanto a Aston Martin como a Fernando que el podio estaba en riesgo. El mensaje llegó cuando nada podía hacer el bicampeón.
Y todo llegó tras subirse al podio
Cuando estaba celebrando el podio junto a Max Verstappen y Sergio Pérez. Sí, quizá fuese casualidad la radio de Mercedes a Russell. Quizá fuese así, o quizá no. Quizá los alemanes aprovechasen. Quizá esperasen a que Alonso no tuviera nada que hacer para lanzar el mensaje. Para alertar a la FIA. Para que la carrera se alargase más allá de la bandera a cuadros. Eso pasó.
En menos de un cuarto de hora ya había sanción. Una que bien podía haberle caído antes, cuando tenía tiempo para saber si debía apretar o si no. Porque cuando Aston Martin le pidió que subiese la diferencia con Russell lo hizo. Porque en dos vueltas le metió más de medio segundo. Pero claro... demasiado sería avisar cuando aún estaba la carrera en marcha.
En carrera, podio para Alonso
Tuvieron más de 30 vueltas para ver las imágenes. Para poner en alerta tanto a Aston Martin como a Fernando Alonso. Pero no. No lo hicieron. Lo hicieron, como se ha dicho, al final. Cuando no había opción alguna para hacer nada.
Cuando Alonso sí tuvo opción a hacer algo, cuando pudo exhibir el ritmo del AMR23, llegó al podio. Volvió a llegar al podio con el Aston Martin. Lo hizo con un coche que, ahora sí que sí, es el segundo mejor que hay ahora mismo en el Mundial de Fórmula 1. En la salida, lo que suele hacer Fernando. Arranque perfecto, ataque de "león" y Sergio Pérez detrás de él.
Sí, era cuestión de tiempo que el RB19 le superase. En cuanto el DRS estaba activo, el azteca le pasó por encima. Pero él se puso a rebufo. Él se resigno a perder la estela del Red Bull. Y así abrió hueco con Russell. Caían los segundos. Caía el tiempo. Alonso se aseguraba el podio.
Uno al que llegó y que le quitaron. Subió a él con Sergio Pérez y con Max Verstappen. Sin saber que le iban a investigar. Sin ser avisado, a pesar de las 31 vueltas que pasaron desde que tocaron el coche con el gato, de que podía perder el cajón.
Cuarto, pero con el segundo mejor coche
Al final, cuarto puesto... y una sensación más que agridulce. No por la sanción, sino por cuándo se avisó sobre la misma. Y porque da la sensación de que este Aston Martin debía, y se merecía, estar en el podio del GP de Arabia Saudí.