Qué tranquilidad debe haber en el box cuando ve lo que Carlos Sainz fue capaz de hacer en Singapur. No, no es por el mero hecho de su victoria, sino por cómo fraguó dicha victoria. Por esa sangre fría que demostró. Por esa calma que tuvo en esos momentos finales de la carrera. Por eso que decidió, él solo, y que le llevó directo al triunfo en Marina Bay.

Y es quelos Mercedes se acercaban. Se acercaban veloces. Con gomas medias. Nuevas gomas medias. Adelantando a Leclerc como si fuera un cono y yendo rumbo a Sainz y a Norris. Yendo hacia la victoria. Yendo hacia el triunfo. Tenían vueltas para hacerlo. Tenían muchos intentos. Tenían todo a su favor.

Porque restaban demasiadas vueltas por disputarse en Marina Bay. Unas cinco. Visto así, no demasiadas comparadas con las 62 que son, pero cuando ves la meta tan cerca y a la vez tan lejos se hace eterno. Se hace eterno para el que va primero. Y llegan los nervios. O, mejor dicho, pueden llegar los nervios.

Ferrari, pediente de Russell; Sainz, de Norris

A Sainz eso no le sucedió. Mientras en Ferrari estaban por radio hablando de la diferencia con respecto a Russell, cada vez menor, él solo quería saber una cosa. Él solo quería saber cuánta distancia tenía con respecto a Norris. Y quería ser informado en cada vuelta.

Sabía el motivo. Sabía que Norris era como un muro naranja que podía protegerle de los Mercedes. Y por ello hizo lo que hizo. Por eso decidió dejarle a menos de un segundo en cada vuelta. ¿El motivo? Que quería que tuviera DRS.

Que quería que se pudiera defender de los dos Mercedes, de ese Russell que iba como un cohete, con el Ferrari. Con su Ferrari. Con un coche que le iba a dar esa ventaja que no habría tenido de no ser por esa decisión de Sainz.

Norris, una roca

A saber qué habría pasado, pero seguramente Russell hubiera pasado relativamente fácil a Norris y habría tenido vía libre para alcanzar a Sainz. Habría sido, sin duda alguna, complicado.

Pero fue fácil. Y más cuando Russell se fue largo y chocó con los muros en la última vuelta. George no tuvo esa frialdad que sí tuvo Carlos. Que llevo a Carlos a la victoria de Singapur.