Los responsables de la
investigación -los biólogos moleculares Alfredo Martínez y Rafael Peláez, y el
especialista en biomarcadores Ignacio Larráyoz- han presentado su trabajo,
horas después de publicarlo en la revista científica internacional Plos One.
El trabajo se ha
desarrollado durante tres años y tras su publicación se abre la puerta a que
farmacéuticas que ya desarrollan fármacos contra el cáncer puedan utilizarlos
en las metástasis en el pulmón dirigiéndolos a las "dianas"
moleculares que se han identificado en esta investigación.
Ese es el principal
descubrimiento de los investigadores, el de demostrar que el bloqueo de una
proteína (la integrina ß3) impide que se reproduzcan los componentes de las
células tumorales que realizan la metástasis en el pulmón (denominados
invadopodios).
El director del
proyecto, Alfredo Martínez, ha detallado que el trabajo supone "un paso de
gigante" en la lucha contra el cáncer de pulmón, y ha incidido en que
"ya existen fármacos autorizados, pero en fase experimental, contra esta
proteína, pero hemos descubierto a dónde dirigirlos para frenar la
metástasis".
Por ello cree que la
aplicación práctica de este trabajo "no es cuestión de gastar mucho
dinero, sino de que las farmacéuticas que tiene esos medicamentos amplíen el
foco de su producto a esta nueva diana".
Así, ha afirmado,
"con la financiación adecuada, en seis meses se podría poner en marcha un
estudio clínico", ha afirmado. Rafael Peláez ha detallado que la proteína
integrina ß3 "es la que informa a las células de cual es su entorno y crea
estructuras de invasión a otras" y por ello "si se consigue bloquear,
no se pueden trasladar a otros órganos".
Larráyoz, por su parte,
ha subrayado que "la novedad" que aporta este trabajo es haber
localizado dónde se sitúa la integrina ß3, con lo que "ahora se puede
avanzar en su bloqueo para hacer que el tumor no pueda extenderse".
En el proyecto han
colaborado equipos científicos del Centro de Investigación Médica Aplicada de
la Universidad de Navarra, y también han participado centros de Canadá y
Escocia. Además, el trabajo ha sido financiado en parte por el Ministerio de
Economía y el Instituto Carlos III, entre otras entidades.