Transparencia bloqueada
No son cifras, son vidas: las excusas de las comunidades del PP retrasan información vital para las pacientes de cáncer
La otra cara Mientras el Ministerio de Sanidad pide datos para evaluar y mejorar los programas de cribado de cáncer, Madrid, Valencia, Murcia y otras regiones se escudan en argumentos de confrontación política, falta de modelo o problemas informáticos, dejando a miles de mujeres en riesgo.

El Ministerio de Sanidad ha solicitado a todas las comunidades autónomas los datos de los cribados de cáncer. Datos clave para saber si los programas de detección precoz funcionan correctamente, si las mujeres reciben a tiempo sus cartas para hacerse las mamografías o si hay retrasos que podrían costar vidas. Y la respuesta de varias comunidades ha sido: no.
Madrid fue la primera en plantarse. Su consejera de Sanidad, Fátima Matute, asegura que esto no va de salud, sino de confrontación política, que los cribados son competencia exclusiva de la Comunidad de Madrid y que no piensa participar en lo que considera una maniobra del Ministerio. Valencia ha hecho prácticamente un copia y pega del mismo mensaje: su conseller, Marciano Gómez, dice que "no considera procedente" remitir la información solicitada, aunque la oposición le acusa de no haber llamado a 90.000 mujeres para hacerse las pruebas de detección del cáncer de mama.
Murcia, Galicia y La Rioja se desmarcan con un argumento técnico: no hay modelo ni sistema informático para enviar los datos. Baleares se agarra a la misma excusa, mientras que Andalucía —donde estalló el escándalo— no se niega a darlos, pero pone condiciones: sí facilitará la información, pero solo si primero se convoca una reunión extraordinaria con el Ministerio de Sanidad.
Todas las comunidades que se oponen o ponen condiciones están gobernadas por el Partido Popular. Y todas han remitido ya sus cartas al Ministerio, firmadas por sus respectivos consejeros.
"No es un error informático, es un problema estructural"
"No es un error informático, es un problema estructural", insisten desde el Ministerio. No hay nada político detrás: se trata de transparencia y de recuperar la confianza de la ciudadanía tras la gestión deficiente detectada en Andalucía. La ministra Mónica García lo resume así: "Queremos esos datos para dar tranquilidad a la población, después de una negligencia flagrante de la Junta de Andalucía, que cada día se enreda más en una mentira más".
Cuando se le preguntó si podría estar ocurriendo en otras comunidades, su respuesta fue clara: "No lo sé. Pero lo que hay en Andalucía es un problema estructural, no puntual, ni informático, ni de un jefe de servicio. Y desde luego no es culpa de las mujeres ni de las asociaciones que han denunciado la situación".
Competencias, excusas y una misma respuesta
Detrás de esta disputa hay algo más simple: información. Los datos que Sanidad pide no son de los gobiernos, sino de los pacientes. Son datos que permiten detectar fallos, mejorar los programas y llegar antes a los diagnósticos. Solo se hacen cribados de cáncer de cérvix, mama y colon, y cuanto más se sepa de ellos, más vidas se podrán salvar.
La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) lo confirma: solo han podido recopilar 69 de los 159 indicadores que deberían estar disponibles. Menos de la mitad. Una información parcial e insuficiente que impide tener una radiografía completa de cómo funcionan los cribados en España.
Estos indicadores de patologías oncológicas son vitales: se estudian para mejorar pronósticos, reducir la mortalidad y establecer prioridades en la asistencia sanitaria. Las asociaciones los reclaman no para un uso político, sino para combatir la enfermedad, generar modelos y proyecciones y mejorar la atención a los pacientes.
No es un capricho, es una necesidad. Las comunidades pueden negarse a dar los datos, ya que los cribados son competencia autonómica, pero ocultarlos nos perjudica a todos. Porque cualquiera de nosotros puede ser paciente de cáncer algún día. Cuando hablamos de cáncer, no hay colores políticos: hay diagnósticos a tiempo… o demasiado tarde. Y eso depende de tener —o no tener— los datos. Por eso esto no va solo de cifras: va de transparencia, confianza y, sobre todo, de vidas.
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