Cuando la historia se repite

¿Podría Maduro acabar como Noriega? La historia del dictador panameño que lo perdió todo y que sirve de advertencia para el venezolano

La otra cara Noriega, que llegó al poder respaldado por Estados Unidos, terminó escondido en una embajada, bombardeado por tropas estadounidenses y cumpliendo décadas de cárcel en tres países. La presión de Trump sobre la región hace que muchos se pregunten si Maduro podría enfrentar un destino parecido.

¿Podría Maduro acabar como Noriega? La historia del dictador panameño que lo perdió todo y que sirve de advertencia para el venezolano

Donald Trump vuelve a estar en todos los titulares. Esta vez, por destruir otra supuesta narcolancha en aguas internacionales del Pacífico oriental. La embarcación, según el ejército estadounidense, transportaba drogas y terminó destrozada, con los tres tripulantes muertos. Con este ya son 21 ataques en semanas recientes y más de 80 muertos. La excusa sigue siendo la misma: "combatir el narcotráfico".

Mientras tanto, Nicolás Maduro pidió paz… cantando 'Imagine', de John Lennon. Sí, lo hizo en un inglés improvisado y sin recordar del todo la letra, pero el mensaje quedó claro: que Trump frene cualquier escalada militar y que los venezolanos estén alerta y movilizados. Su aparición llega después de los movimientos del ejército estadounidense y de las declaraciones de Trump sobre su próximo paso en la región.

Los expertos insisten: EEUU no planea invadir Panamá a corto plazo. Lo que sí parece evidente es que la presión va dirigida a Venezuela. Y ahí es donde la historia nos devuelve a Manuel Antonio Noriega, el exdictador panameño que terminó en manos de Estados Unidos… y cuya caída suena demasiado cercana a lo que podría pasar en la región.

El final de Noriega

Noriega se entregó el 3 de enero de 1990, tras pasar 13 días escondido en la embajada del Vaticano en Ciudad de Panamá. Durante ese tiempo, intentó negociar su salida con otros países, pero no tuvo éxito. Finalmente, después de que las tropas estadounidenses rodearan la embajada y bombardearan el edificio durante horas mientras sonaba música rock a todo volumen, Noriega decidió rendirse.

Lo trasladaron a Miami esposado al inodoro para evitar cualquier fuga. Allí fue declarado prisionero de guerra y condenado a 40 años de cárcel por narcotráfico, lavado de dinero y crimen organizado, de los que cumplió 17. Tras eso, fue extraditado a Francia por blanqueo de capitales y, al terminar la condena, regresó a Panamá, donde recibió otros 60 años por los crímenes de su régimen. Murió en un hospital mientras aún cumplía su pena.

Fue el final de un hombre que llegó al poder con el respaldo de Estados Unidos y que acabó pasando 25 años entre prisiones en tres países. La historia de Noriega es un recordatorio de que incluso los aliados más cercanos de Washington pueden acabar pagando un precio muy alto.

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