¿Qué pasó?

Droga, poder y dinero: la verdadera historia detrás de la invasión de Panamá en 1989

La otra cara La captura de Noriega no solo golpeó el narcotráfico: fue el resultado de años de alianzas y traiciones, con EEUU buscando asegurar el Canal, castigar a un dictador y mostrar que toda intervención tiene un interés detrás.

Droga, poder y dinero: la verdadera historia detrás de la invasión de Panamá en 1989

En diciembre de 1989, Estados Unidos lanzó la operación 'Causa Justa', desplegando 26.000 soldados en un país pequeño pero estratégico: Panamá. Oficialmente, el objetivo era capturar al narcotraficante y dictador Manuel Noriega, pero la historia era mucho más compleja: traición, poder y dinero se entrelazaban tras la invasión.

Noriega no era un enemigo común. Durante años había sido aliado de EEUU, proporcionando información sobre Fidel Castro en Cuba y Daniel Ortega en Nicaragua, y ayudando a mantener la influencia estadounidense en Centroamérica. Pero también jugaba a dos bandas: protegía a narcotraficantes a cambio de millones de dólares y comenzó a desafiar los intereses de EEUU sobre el Canal de Panamá, un activo estratégico que el país norteamericano siempre había querido bajo control firme.

Cuando George H. W. Bush llegó a la presidencia, la relación estaba rota. Noriega declaró el estado de guerra a EEUU, y la respuesta no se hizo esperar: la invasión más grande en América Latina desde la Segunda Guerra Mundial. Durante más de un mes, las fuerzas estadounidenses bombardearon barrios, asesinaron a civiles y desmantelaron las Fuerzas Armadas panameñas, que nunca volverían a existir como institución. Noriega finalmente se entregó, fue juzgado y condenado, mientras la ONU calificaba la operación como una flagrante violación del derecho internacional.

El trasfondo era claro: detrás de la lucha contra la droga se escondían intereses estratégicos y económicos, y el despliegue militar buscaba asegurar el canal y castigar al dictador que se atrevió a jugar en dos frentes. Panamá quedó marcada para siempre como ejemplo de cómo la política internacional puede mezclarse con la criminalidad y el poder personal.

Hoy, la historia resuena en América Latina. Estados Unidos ha desplegado 4.500 militares cerca de Venezuela, con destructores, buques de asalto anfibios, submarinos y aviones espía, para atacar al Cártel de Aragua, presuntamente apoyado por el Cártel de los Soles vinculado al ejército venezolano y al régimen de Nicolás Maduro. Aunque la escala y el contexto son distintos, el patrón recuerda al de Panamá: el combate al narcotráfico se convierte en un pretexto para desplegar poder militar y proteger intereses estratégicos.

Si Panamá mostró que detrás de la excusa de la droga siempre había poder y dinero, el despliegue actual cerca de Venezuela confirma que la historia puede repetirse, solo que en un escenario más grande y complicado, donde las decisiones militares tienen consecuencias directas sobre la estabilidad regional.