Cada problema, un culpable

La migración como chivo expiatorio: cómo la derecha y la ultraderecha construyen su narrativa ¿antimigratoria?

Los detalles Seguridad, colegios saturados, hospitales colapsados, pisos ocupados… la narrativa antiinmigratoria que repiten Vox, Aliança Catalana y hasta dirigentes del PP para que parezca que todo va mal por culpa de los migrantes.

La migración como chivo expiatorio: cómo la derecha y la ultraderecha construyen su narrativa ¿antimigratoria?

Para José María Aznar, hablar de migración se ha convertido en su tema favorito. Pero ojo: distingue mucho. La migración hispanoamericana no da problemas, dice. Pero la musulmana sí, porque "tiende a no integrarse". Y ahí se enciende su discurso: según él, todo lo que va mal en España tiene una explicación fácil… la migración musulmana. Seguridad, vivienda, sanidad, ayudas sociales… todo culpa de los migrantes.

Curioso contraste: cuando Aznar viajaba por el mundo, los líderes musulmanes le parecían estupendos. Charlar con el rey Hassan II de Marruecos o con Mohamed VI de Marruecos era "lo más". Con el presidente iraní, recuerda, le dio la mano 11 segundos. Con líderes como el sirio o el magnate libanés hablaba sin problemas. Incluso Gadafi le regaló un caballo árabe con montura bordada en plata que terminó en la Guardia Civil. Millonarios, poderosos, dictadores… bien. Pero los migrantes musulmanes en España son un "problema serio", según Aznar.

La ultraderecha catalana no se queda atrás. Orriols, de Aliança Catalana, ha dicho cosas como: "El islam es incompatible con los valores europeos", "participan de un proceso de radicalización que termina con víctimas mortales", "miedo a que el islam avance y se imponga demográficamente" o que "la misoginia y el machismo que se extiende por Europa es culpa del islam".

Todo esto encaja en un discurso simple: los migrantes traen inseguridad, degradan barrios, colapsan la sanidad, empeoran la educación y quitan empleo y vivienda.

Según el último CIS catalán, uno de cada cuatro diputados podría considerarse ultraderechista, y partidos como Vox y Aliança Catalana se aprovechan de esto. Su narrativa mezcla datos exagerados o directamente falsos sobre delincuencia y crímenes sexuales, siempre vinculados a migrantes. El objetivo: alimentar miedo y justificar políticas restrictivas.

En sanidad y educación, el mensaje es similar: hablan de "efecto gueto", saturación de hospitales y aulas que empeoran la educación del resto de los niños. Abascal incluso dice que en Madrid se atiende a 200.000 migrantes al año, y que eso "tiene consecuencias". Para la vivienda, el discurso también es claro: más migrantes significa menos vivienda asequible, más ocupaciones ilegales y precios al alza. Feijóo y Abascal piden estadísticas segregadas y prioridad nacional, incluso moratorias migratorias, hasta que "baje el paro".

Y no se quedan ahí. También repiten el clásico: "Nos quitan el empleo, lo devalúan y viven de las ayudas". La receta: priorizar a los nacionales, contratar solo a los cualificados o necesarios y cerrar las puertas a los que consideran "ilegales" o "problemáticos".

La migración se ha convertido en la espina dorsal del discurso de la derecha y ultraderecha: culpable de todo, desde inseguridad hasta la saturación de servicios y la falta de vivienda. Una narrativa que mezcla racismo, miedo y desinformación, que cala en la opinión pública y explica, en parte, el ascenso electoral de estos partidos.

El contraste es brutal: lo que Aznar aplaudía con líderes musulmanes internacionales, ahora lo presenta como un peligro doméstico. Y mientras esta narrativa siga calando, la migración seguirá siendo el chivo expiatorio de casi todos los problemas en España.

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