Una niña de tres años murió como consecuencia de las heridas que sufrió el sábado cuando un ciudadano estadounidense irrumpió armado con un cuchillo en un domicilio donde un grupo de refugiados, la mayoría de ellos niños, celebraba una fiesta de cumpleaños, informaron las autoridades.

"El Departamento de Policía de Boise recibió hace unos momentos información actualizada sobre la víctima de tres años que tuvo que ser trasladada a Utah para recibir tratamiento por las heridas sufridas en el ataque del sábado. Es con gran pesar que compartimos la noticia de que ha fallecido hoy", dijeron las autoridades en un comunicado.

Además de la pequeña, cuya identidad no ha sido divulgada, durante el ataque resultaron heridas otras ocho personas, cinco de ellas menores de edad.

"De los otros ocho heridos, un niño ha recibido tratamiento y ha sido ya dado de alta. Las otras siete víctimas permanecen hospitalizadas con heridas graves o críticas", agrega la nota.

Los hechos se produjeron la noche del sábado cuando el presunto autor, Timmy Kinner, de 30 años, irrumpió en la fiesta de cumpleaños de uno de los menores en un edificio de apartamentos de la localidad de Boise (Idaho) y comenzó a apuñalar a los niños, cuyas edades oscilaban entre los 3 y los 12 años de edad.

Kinner también hirió a tres adultos que trataron de proteger a los pequeños, explicó ayer el jefe de Policía de Boise, William Bones, en una rueda de prensa.

El acusado, que fue detenido poco después del suceso, compareció ante una corte del condado de Ada, donde se presentaron diversos cargos contra él, entre ellos uno de asesinato, nueve por asalto grave y otros seis por herir a niños.

La policía local no descarta que, una vez concluya la investigación, se presenten nuevos cargos contra Kinner.

Según explicaron ayer las autoridades, Kinner se había alojado temporalmente en el mismo edificio de apartamentos del ataque, donde principalmente residen personas de bajos ingresos, muchas de las cuales son refugiadas, pero debido a su comportamiento, se le había pedido que se fuera.

Un día después de irse, Kinner volvió para vengarse y la Policía cree que se ensañó con el primer objetivo que encontró en el edificio, la fiesta de cumpleaños de la niña.