No es fácil seguirle el guion al tiempo. Y estos vaivenes ya están teniendo fuertes consecuencias tanto económicas como sociales. Si la semana pasada veíamos a los esquiadores hacer cola en el Pirineo Aragonés sin terminar de creerse la nevada que les había caído, estos días las imágenes muestran estaciones de esquí de Huesca peladas de nieve. En el municipio de Canfranc, por ejemplo, las temperaturas rondan los veinte grados, diez más de lo habitual en estas fechas.

Esto ocurre en la montaña, descendiendo, el mayor impacto está en el deshielo. Los ríos de Castilla y León, por ejemplo se han convertido en un polvorín acuático que ya ha dejado estragos en zonas de Valladolid el pasado fin de semana. Ya se han registrado más de 290 avisos en la Cuenca Hidrográfica del Duero por riesgo de inundación. Mientras, en el sur y el este, el problema es justo el contrario. Ya hay embalses en Andalucía por debajo del 20 por ciento, incluso del 10 en algunas zonas de Cádiz. Y, aunque las lluvias de la semana pasada aumentaron en parte su nivel, se espera que estos días de altas temperaturas crezca la presión sobre ellos. En la Comunidad Valenciana la situación es también preocupante. A pesar del paso de los temporales, la semana pasada llovió poco y las altas temperaturas de este invierno han aumentado hasta un 25 por ciento la evaporación de los embalses.

En el campo, estos episodios de calor en la quincena en la que normalmente más frío hace en España están teniendo también fuertes consecuencias. En la zona de Padul, en Granada, las flores de los almendros se dibujan ya con la Sierra Nevada cubierta de blanco de fondo. La floración se ha producido de forma tan temprana que los agricultores temen que las nevadas propias de marzo arruinen de nuevo las cosechas, como ha sucedido los últimos años.