No fue un partido de ensueño el que jugaron los Tar Heels pero si hicieron los méritos suficientes para proclamarse de nuevo campeones nacionales del baloncesto universitario al vencer en la gran final por 71-65 a los debutantes Bulldogs de Gonzaga.
Cierto que el partido estuvo siempre cerrado, que inclusive Gonzaga, la misma universidad donde se formó el legendario exbase John Stockton, pudo haberse llevado el triunfo de haber aprovechado las oportunidades que tuvo en la primera parte. Pero al final, la experiencia y los conocimientos del veterano entrenador de North Carolina, Roy Williams, hicieron la diferencia a favor del equipo de la universidad de la que salió el legendario Michael Jordan.
La victoria de los Tar Heels permiten a Williams convertirse en el tercer entrenador con más títulos universitarios después de lograr el tercero. "Es mérito de unos jugadores grandiosos, que han trabajo duro cada día del año y han estado siempre dispuestos a darlo todo en el campo", declaró Williams al concluir el partido que se disputó en el University of Phoenix Stadium de Glendale (Arizona) ante 76.168 espectadores.
Mientras que en la cruz de la moneda estuvo Mark Few, entrenador de Gonzaga, que vio como un equipo más debutante en la gran final de la "Final de Cuatro" fallaba a la hora de llevarse el título. De 34 equipos debutantes en partido de la Gran Final, los Huskies de Connecticut siguen siendo el único que logró alcanzar el título de campeón.
El héroe del partido fue el base Joel Berry II, que aportó 22 puntos al anotar 7 de 19 tiros de campo, incluidos 4 de 13 triples y 4 de 8 desde la línea de personal, Berry II fue siempre el jugador que los Tar Heels necesitaron en la dirección del juego al repartir seis asistencias, capturó tres rebotes defensivos, recuperó dos balones, perdió uno, puso un tapón y cometió tres faltas personales en 37 minutos que estuvo en la pista.
La labor ofensiva de Berry II tuvo aun más valor porque los especialistas y mejores encestadores del equipo como el alero Justin Jackson, especialista en triples, fallaron. Aunque Jackson llegó a los 16 puntos, falló los nueve tiros que hizo desde fuera del perímetro, mientras que el alero Isaiah Hicks logró 13 tantos y capturó nueve rebotes.
Sin embargo, el ala-pívot senior Kennedy Meeks fue el mejor en el juego interior al conseguir 10 rebotes, incluidos seis defensivos, recuperó dos balones y puso dos tapones.
Los Tar Heels no hicieron un baloncesto espectacular, pero si eficaz y aseguraron no sufrir la frustración del año pasado cuando en las últimas décimas de segundo se dejaron anotar el triple demoledor de los Wildcats de Villanova, que los dejaron sin el título nacional.
"Este título tiene un valor muy especial para todos nosotros porque la derrota de la pasada temporada nos hizo ser mejores como equipo tanto mental como físicamente a la hora de competir", destacó Williams. Todo lo contrario de Gonzaga, que como novatos en la Gran Final, cometieron demasiados errores y perdidas de balón que les iba a costar la derrota.
Los Bulldogs perdieron 14 balones por tan sólo cuatro de los Tar Heels, y ahí estuvo una de las claves de la victoria del equipo de Carolina del Norte. Mientras que sus mejores jugadores altos, como el pívot polaco Przemek Karnowski y el ala-pívot Zach Collins, ya tenían cuatro faltas personales cada uno cuando faltaba la mayoría de la segunda parte, lo que limitó su rendimiento en el juego defensivo y tampoco pudieron ser agresivos en el ofensivo.
De ahí que 15 puntos del base Nigel Williams-Goss y los 13 del escolta Josh Perkins, los dos únicos que tuvieron números de dos dígitos, pudieron cambiar la historia del partido a favor de Gonzaga.
Los Bulldogs dominaron durante la primera parte y por eso se fueron al descanso con la ventaja en el marcador 35-32, con Perkins de líder. Pero Gonzaga, que llevó a tener hasta siete tantos de ventaja, en la segunda fueron sus peores enemigos con las perdidas de balón, mientras que los Tar Heels superaban los problemas iniciales de falta de acierto en los tiros a canasta, como les había sucedido en la semifinal ante los Ducks de Oregón y comenzaron a dominar.
Una racha de 8-0 al comienzo de la segunda parte fue todo lo que necesitaron los Tar Heels para convencerse que eran el mejor equipo sobre el campo y el histórico que iba a cumplir con los pronósticos e incrementar su condición de dinastía dentro de baloncesto universitario estadounidense.