En la actualidad existen diferentes medicamentos que han demostrado su eficacia para el tratamiento de la obesidad. La clave está en que ayudan a las personas con obesidad a reducir su apetito y por tanto, a adelgazar. Estos tratamientos inyectables ya disponibles son: liraglutida (Saxenda) y semaglutida (Wegovy).

Son fármacos inhibidores del receptor GLP-1 que estaban indicados en primer lugar para tratar la diabetes tipo 2 pero sus moléculas, en diferentes dosis, mostraron también su eficacia para el tratamiento de la obesidad. Liraglutida, comercializada como Saxenda para el tratamiento de la obesidad, está disponible en España desde 2016, y semaglutida (Wegovy, para tratamiento de la obesidad) sólo en EEUU.

"Liraglutida o semaglutida ya empiezan a conocerse por el público como adelgazantes, pero, aunque son muy útiles deben acompañarse siempre e ineludiblemente de un programa de modificación de hábitos", asegura el doctor Esteban Jódar, jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, que ha participado en los estudios de desarrollo de esta familia de fármacos y que los utiliza habitualmente en muchos de sus pacientes.

Porque "estos fármacos no son mágicos, sino que ayudan a la persona con obesidad a reducir el apetito y producen una saciedad precoz", añade el experto. Por lo que no, no hacen milagros. Para que funcione de verdad el tratamiento y el paciente pueda adelgazar es imprescindible la combinación de ambas cosas: la toma del medicamento junto con las modificaciones en el estilo de vida, centradas fundamentalmente en el mantenimiento de una dieta saludable y de ejercicio físico.

Existe también una tercera molécula -aún en fase de experimentación- llamada tirzepatida o tirzepatide que está comercializada en EEUU para el tratamiento de la diabetes tipo 2, cuyos resultados están siendo favorables también para el tratamiento de la obesidad -igualmente que los otros, a dosis diferentes. Próximamente, se comercializará en España para tratar la diabetes tipo 2.

Es importante destacar que Saxenda -la única de estas moléculas disponible en España- no están financiada por el Sistema Nacional de Salud (SNS) porque según explicaba en este artículo el doctor Albert Lecube, vicepresidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), la obesidad no se reconoce aún como una enfermedad. Ni en España ni en otros muchos países.

Es por ello que desde la SEEDO está intentando que sea considerada como tal, ya que supone un riesgo para la aparición de otras muchas enfermedades, entre ellas, las enfermedades cardiovasculares, respiratorias o algunos cánceres.

Cómo funcionan liraglutida y semaglutida (y no son para todos)

En la actualidad, ambas moléculas o principios activos están aprobados por la autoridad regulatoria, tal como explica el doctor Jódar, de la siguiente forma.

En primer lugar, la liraglutida inyectable para diabéticos se utiliza en rangos de 1.2 a 1.8 miligramos de inyecciones subcutáneas diarias. Por su parte, en su indicación para la obesidad, la dosis es de 3 mg diarios. Es decir, liraglutida 3 mg.

En segundo lugar, el otro compuesto, la semaglutida, está indicada para el tratamiento de la diabetes y tiene la posibilidad de utilizarse de forma inyectable (0,5 o 1 mg. semanal) o bien oral. Para su indicación contra la obesidad, la dosis en EEUU -donde está comercializado- es de 2.4 miligramos semanales.

Recientemente, se han publicado, en la revista Nature Medicine, las conclusiones del estudio más largo realizado con semaglutida para el tratamiento de la obesidad. Tal como indica el doctor, quien también ha participado en él, se ha demostrado que "logra unas reducciones de peso corporal significativas (16%) tras inyecciones de 2.4 mg semanales durante dos años, sin rebote de ganancia de peso y con un perfil de riesgo cardio-metabólico favorable".

En todo caso, explica el experto, "ambas moléculas, liraglutida y semaglutida, indicadas para el tratamiento de la obesidad, imitan la acción de una hormona llamada péptido similar al glucagón tipo 1 (aGLP1), son derivados de una hormona gastrointestinal que se produce cuando llegan restos de comida parcialmente digeridos al intestino. Aumenta la producción endógena de insulina, reduce el nivel de glucagón, retrasan el vaciamiento gástrico y a nivel del sistema nervioso central producen sensación de saciedad".

En cuanto a su indicación, cabe destacar que estos fármacos no son para todas las personas que quieran adelgazar sino para casos muy concretos. "Estos tratamientos deben ser prescritos y supervisados por endocrinólogos que conozcan cómo es su funcionamiento", indica el experto. Las indicaciones son las siguientes:

  • Para personas con un índice de masa corporal (IMC) por encima de 30
  • Para las personas que tienen un IMC por encima de 27 con comorbilidades como hipertensión, apnea del sueño, hipercolesterolemias, etc.

Por último, insiste este profesional, es fundamental concienciar a estos pacientes de que el tratamiento médico es una ayuda, que no servirá de nada sin un cambio de estilo de vida: "Si no se produce este cambio, ineludiblemente se recuperará todo el peso al terminar la intervención farmacológica", concluye Jódar.