¿Cuál es más sano de los dos: el jamón york (jamón cocido) o la pechuga de pavo? Sabemos que el jamón york no es un alimento saludable sino que es un producto para consumo ocasional porque pertenece al grupo de embutidos y carnes procesadas. Pero ¿qué pasa con la pechuga de pavo?
Lo cierto es que al igual que el jamón cocido, la pechuga de pavo, según las clasificaciones internacionales de alimentación y nutrición, también es un alimento que se engloba dentro de los embutidos y las carnes procesadas.
"La diferencia es que proceden de carnes diferentes: el jamón cocido de la carne de cerdo y la pechuga de pavo, del pavo", explica a laSexta.com la dietista-nutricionista María Merino (@comiendoconmaria_oficial), autora de 'Desayuno con Garbanzos'.
Igualmente, y como ya nos contó esta profesional en este artículo sobre el fraude del jamón york (que ni es sano ni adelgaza), también la pechuga de pavo sería un alimento del cual debemos moderar su consumo y tomarlo de forma ocasional.
"Según la guía nutricional que consultes, la recomendación indicará tomar embutidos y carnes procesadas 1-2 veces por semana, aunque es mejor que sea únicamente una vez por semana", aconseja Merino.
¿Qué es mejor: pechuga de pavo o jamón cocido?
Normalmente, estamos acostumbrados a hacernos un sandwich o un bocadillo con embutido, porque es fácil y porque pensamos además, de forma errónea, que estos productos, jamón york y pechuga de pavo, nos ayudan a adelgazar. Y no es así.
"Nos han enseñado que son alimentos sanos y que adelgaza pero no es así: ni comer productos light adelgaza, ni tampoco los embutidos bajos en grasas", sostiene Merino. Así, sería importante que nos acostumbremos a hacernos bocatas y sandwiches de otras muchas opciones que existen: humus, huevo, revuelto de pimientos, latas de conserva de pescado, aguacate, etc.
Ahora bien, si queremos escoger entre pechuga de pavo o jamón cocido porque nos apetece, ¿cuál sería más sana de las dos? En este caso, y para responder a esta pregunta, la clave está en el tipo de carne.
En primer lugar, explica la experta, "el jamón cocido proviene del cerdo y la gran mayoría de las guías nutricionales clasifica la carne de cerdo dentro de las carnes rojas. Y, en segundo lugar, la pechuga de pavo proviene del pavo que se considera una carne blanca o magra y estas carnes son mucho más saludables que las rojas".
De hecho, y según las indicaciones para llevar una dieta saludable -incluida las recomendaciones de la dieta mediterránea- podemos tomar unas 2-3-4 veces por semana carnes blancas (pollo, ave o conejo) y una vez por semana carnes rojas (ternera, cerdo, buey, caballo, cordero, etc.).
No obstante, es importante matizar que la pechuga de pavo en este caso sería un embutido y por ello, según las clasificaciones, su consumo ha de ser ocasional, insiste Merino. Sin embargo, entre escoger el embutido de pechuga de pavo o jamón cocido, "la pechuga de pavo sería la mejor opción (procede de una carne blanca)".
¿Cómo elegir una pechuga de pavo de calidad?
Ahora bien, también como dijimos en el citado artículo del jamón cocido, dentro de ese consumo ocasional es mucho mejor que cuando tomemos pechuga de pavo, la tomemos de calidad. De entre toda la oferta que hay en el supermercado, no es lo mismo ni parecido, unas que otras.
Tal como aconseja Merino, "es importante que la pechuga de pavo que compremos tenga al menos un 90% de carne y la menor sal posible (menos de 1 gramo por cada 100 gramos de alimento)". Y la sal es muy importante, "y a veces no reparamos en ello, algo que es un error porque un consumo elevado no es bueno para la salud y estos alimentos y embutidos suelen llevar gran cantidad de sal", añade la experta.
Para comprar una pechuga de pavo de calidad debemos fijarnos en que tenga al menos un 90% de carne y la menor sal posible. Todo esto lo miramos en la etiqueta nutricional del envase
El principal problema del consumo de sal es la hipertensión arterial. Su aparición tiene una relación totalmente directa con el consumo de sal, y la hipertensión es a día de hoy, uno de los principales factores de riesgo cardiovascular en la población española (el 40% de españoles son hipertensos).
Por lo que es importante no sólo tener en cuenta el porcentaje de carne (hay pechugas de pavo que no tienen ni el 60% de carne) sino también la sal. Igual que en el jamón cocido. Recordemos que también en éste es importante mirar el porcentaje de carne ("mínimo un 90%", recala Merino), y que lleve también la menos sal posible. Así, en ambos casos, es recomendable comprar aquellos que son 'reducidos en sal'.
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Todo esto lo encontramos como siempre en el listado de ingredientes, en la etiqueta nutricional de los alimentos. También, en ambos casos, tanto en el jamón cocido como en la pechuga de pavo, es importante que ambos productos -jamón cocido y pechuga de pavo- "no tengan los siguientes ingredientes o tengan los menos posibles: aditivos, azucáres añadidos, almidones, fécula de patata, etc.", finaliza Merino. Cuanto más natural mejor.