Existen multitud de variedades de quesos pero que no todos son igual de sanos, o mejor dicho, no todos son o serían para consumo diario, fundamentalmente por el contenido en grasa y en sal.
Sin embargo, los fanáticos del queso están de suerte porque sí, este lácteo rico en calcio es un alimento que se incluye dentro de una dieta saludable y podemos tomar si queremos, a diario -si no hay patologías que lo desaconsejen (como hipertensión, obesidad o problemas cardiovasculares), pero siempre controlando la cantidad y dependiendo del tipo de queso.
"Los mejores quesos —los más sanos— son aquellos que están más compensados o más equilibrados entre proteínas, hidratos de carbono, grasas y sal", afirma a laSexta la dietista-nutricionista Natalia Moragues, farmacéutica y CEO del Centro Alvida (Sevilla). Así, "los quesos más frescos tienen menos cantidad de grasa y más hidratos de carbono. También mucha menos sal que los demás quesos. Con lo que, en este sentido, estarían perfectamente equilibrados. Y son saludables. Mientras que los quesos más curados tienen un contenido más elevado en grasas y menor en hidratos de carbono. También, una mayor cantidad de sal", añade.
Los quesos frescos serían los más saludables porque tienen menos grasa y menos sal que los quesos curados. Son aptos además para personas con hipertensión o problemas cardiovasculares
Por lo que "cuanto más fresco, más equilibrado. Además, el tener menos contenido en sal hacen que sean recomendados o indicados para la población en general, pero sobre todo para las personas con hipertensión o con problemas cardiovasculares que deben controlar más todavía, su consumo de sal.
Dentro de los quesos frescos nos encontramos con el mítico queso de Burgos, el mascarpone o el requesón. Pero también el queso mozarella que "aunque tiene más contenido en grasa que los anteriores, sería mucho mejor, en este sentido, que los quesos más curados. Al estar conservado en agua, al tener más contenido en agua, no tendría tanta grasa ni estaría tan concentrada como en los quesos más curados", indica la experta.
Debemos saber que los quesos, cuanto más curados, más contenido en grasas y sal tienen. Por tanto, todo dependerá del grado de maduración de los quesos. En primer lugar, los que menos grasas tienen (y menos sal) serían por tanto, los quesos frescos, después los quesos tiernos (como son por ejemplo, los quesos tipo de havarti o cheddar); después los quesos semicurados, curados y por último, los quesos viejos y añejos.
"A mayor curación, mayor fermentación y por tanto, menos lactosa, más grasas y menos hidratos de carbono. Los quesos frescos, al contrario: más lactosa, más hidratos de carbono y menos grasas", explica la experta.
¿Qué cantidad de queso podemos tomar?
Si nos gusta el queso —y no tenemos patologías contraindicadas que nos desaconsejen su consumo o que nos digan que tenemos que tomar los quesos de un modo u otro— "no pasaría nada por tomar por ejemplo, dos cuñitas o dos lonchas al día de quesos más curados. Al final, elegimos los quesos que nos gustan", apunta Moragues. Siempre claro está, teniendo en cuenta las condiciones de cada uno y dentro —siempre— del contexto de una dieta saludable.
Pero es fundamental que sean quesos de calidad. Es decir, "que sean quesos de verdad: que con tengan leche y fermentos lácticos y que no tengan natas u otros componentes añadidos y especialmente, que no sean falsos quesos", explica Moragues. Es muy importante fijarnos en la calidad del queso.
El consumo por tanto va a depender de la calidad del queso y de nuestro gusto: "Mejor tomar quesos que no sean grasos, pero si el que nos gusta es el curado, tomemos entonces menos cantidad", afirma la experta; siempre y cuando -insistimos- no haya patologías que lo contraindiquen.
En este sentido, otra de las cosas que debemos tener en cuenta es el resto de lácteos que tomemos a diario. Según explica la Guía de Alimentación Saludable de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), "los lácteos (leche, leches fermentadas y yogur, quesos frescos y tiernos, etc.) son una importante fuente de proteínas de elevada calidad, lactosa, vitaminas (A, D, B2 y B12) y, principalmente, son una excelente fuente de calcio".
Se recomienda tomar en adultos 2-3 raciones de lácteos al día, preferentemente bajos en grasas, especialmente en personas problemas cardiovasculares, sobrepeso y obesidad
Las recomendaciones nutricionales indican tomar unas 2-3 raciones de calcio al día en personas adultas, "siendo recomendable el consumo de lácteos bajos en grasa, en ácidos grasos saturados y colesterol, recomendación especialmente indicada en situación de sobrepeso, obesidad y problemas cardiovasculares", tal como sostiene esta informe de la SENC.
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Dicho esto, es importante por tanto, equilibrar el contenido de lácteos diarios, donde también entraría en juego por tanto, la cantidad de queso. "Los lácteos y en este caso los quesos no tienen que ser siempre desnatados -pues que al llevar grasa son también más saciantes- pero es cierto que con determinadas patologías, mejor elegirlos semidesnatados o bajos en grasas. Lo ideal en general, y si es para consumo diario, sería consumir quesos con moderación y que no sean excesivamente grasos", concluye Moragues.