Érase una vez una virginal muchacha de estirpe fascista: Pilar Primo de Rivera, delegada nacional de la Sección Femenina de la Falange. La joven gustaba de recibir flores y adoctrinar compatriotas, pero ningún varón la había tomado por esposa. Así que un prohombre del franquismo, Ernesto Giménez Caballero, tuvo una innovadora idea.

"El loco de Ernesto Giménez Caballero, después de una cena con Goebbels, le sugirió organizar una unión sexual entre Hitler y Pilar Primo de Rivera. Ella no estaba por la labor", apunta el historiador Paul Preston, autor de 'Franco: caudillo de España'. Giménez Caballero quería casar a Hitler con Pilar Primo de Rivera e iniciar así una dinastía fascista.

Sin embargo, la cosa no cuajó; todo, a pesar del fervor de la delegada de la Sección Femenina, que en su escritorio tenía una foto del Führer junto a otra, más pequeñita, de su hermano José Antonio. Adolf y Pilar coincidían en su visión del papel que tenía que jugar la mujer en un régimen totalitario.

Su misión era dar hijos sanos a la patria y cuidar de los desfavorecidos. Pilar Primo de Rivera viajó seis veces a la Alemania de Hitler. Allí la recibió una organización hermana: la Liga de Muchachas Alemanas, que se parecía mucho a la Sección Femenina de la Falange. Pero no compartían todos sus valores.