Millones de bolitas de plástico han cubierto las costas gallegas, cántabras y asturianas poniendo en alerta a organizaciones ecologistas. Sin embargo, cuando escuchamos pellets pensamos en los que solemos usar en nuestras estufas para calentarnos en invierno. Por eso, los expertos, para referirse a las bolitas de plástico recomiendan hablar de granza de plástico, que es un elemento que contamina a diferencia de los pellets de estufas.

Estas bolitas son pequeños gránulos de plástico que se utilizan para fabricar casi todos nuestros productos de plástico. En otras palabras, son la materia prima con la que se producen artículos para la vida cotidiana como botellas de agua de plástico, contenedores y bolsas.

Estos se fabrican a partir del petróleo en diferentes industrias y están compuestos de polietileno, polipropileno, poliestireno, cloruro de polivinilo o resinas sintéticas. Estos son contaminantes. Por eso, no deben confundirse con los pellets de biomasa, pequeños cilindros no contaminantes creados a partir de serrín para calentar estufas o calderas.

Según la Comisión Europea, una vez en el medio ambiente, los pellets de plástico son casi imposibles de limpiar. Su liberación continua contribuye a la contaminación permanente de los ecosistemas y cadenas alimentarias. Estas bolitas de plástico son consumidas por una serie de especies marinas y costeras, como tortugas marinas, aves marinas y mariscos, y, una vez ingeridos, pueden causar daños físicos o la muerte.

Por otro lado, los pellets contribuyen a la contaminación por microplásticos. La exposición a estas partículas es perjudicial para los organismos vivos debido a los efectos negativos tóxicos y físicos que desprenden, según indica la Comisión Europea.