Crisis geopolíticas
Terror, rehenes y decisiones imposibles: de los 40 años del Achille Lauro a los intercambios de presos en Gaza
¿Por qué es importante? La historia del Achille Lauro, con un pasajero asesinado, persecuciones aéreas y un enfrentamiento entre EEUU e Italia, recuerda que en política y rehenes los nombres importan más que los números, y hoy lo vemos con Israel y Hamas.

Si finalmente hay acuerdo entre Israel y Hamás, Israel liberaría a 1.700 palestinos detenidos en los arrestos masivos en Gaza y a 250 presos condenados a cadena perpetua, algunos de ellos con varias condenas. Actualmente hay 11.100 palestinos presos en cárceles israelíes, cuando hasta hace dos años eran poco más de 5.000.
Hamás ha puesto sobre la mesa cuatro nombres concretos: líderes de alto perfil, incluyendo algunos que participaron en el ataque del 7 de octubre. Pero Israel ya ha dejado claro que no todos saldrán: Netanyahu decide quiénes se liberan y siempre descarta a los que Hamás considera héroes.
Los intercambios de presos siempre han sorprendido por los números. A principios de este año, Hamás liberó a 38 rehenes israelíes a cambio de 1.627 presos palestinos. En 2011, la relación fue aún más extrema: Israel liberó más de 1.000 presos palestinos a cambio de un solo soldado, Gilad Shalita, capturado en 2006. Así que los números pueden ser llamativos, pero la identidad de los liberados es incluso más importante que la cantidad.
Y esto nos recuerda otro momento histórico: hoy se cumplen 40 años del secuestro del transatlántico Achille Lauro, una de las mayores crisis internacionales de la historia moderna. Todo comenzó cuando cuatro terroristas del Frente de Liberación Palestina tomaron el barco. Su exigencia era liberar 50 palestinos encarcelados en Israel, o empezarían a asesinar a 11 estadounidenses a bordo.
Estados Unidos reaccionó rápido, enviando su marina, mientras Italia y Egipto intentaban negociar. Después de 50 horas de tensión, el barco atracó en Egipto y los terroristas volaron a Túnez con un salvoconducto. Pero durante el vuelo, asesinaron a un pasajero estadounidense en silla de ruedas y lo arrojaron al mar.
Reagan se enteró y ordenó cazas estadounidenses para interceptar el avión y obligarlo a aterrizar en Sicilia, en una base de la OTAN. Allí se vivieron horas de tensión: Italia también envió tropas, rodeando a los estadounidenses, mientras Reagan y el primer ministro italiano Craxi discutían acaloradamente. Reagan quería juzgar a los terroristas en EEUU, mientras Craxi defendía la soberanía de Italia. Al final, Reagan cedió y el juicio se celebró en Italia.
El resultado: los secuestradores fueron condenados, pero Abu Abbas, el cerebro de la operación, quedó libre. Según Italia, no había pruebas, lo que enfureció a Reagan hasta el punto de plantearse cerrar la embajada en Roma. La historia del Achille Lauro demuestra cómo un solo acto de terrorismo puede provocar crisis internacionales, enfrentamientos militares y debates diplomáticos imposibles.
Hoy, cuarenta años después, los paralelismos con la situación en Gaza son evidentes. Los intercambios de presos entre Israel y Hamás no son solo números: quién se libera, quién se queda y cómo se percibe cada liberación tiene un peso político enorme. Como con el Achille Lauro, detrás de cada decisión hay estrategia, simbolismo y riesgos que afectan a países enteros. La historia enseña que algunos rehenes son siempre más que cifras, y que las decisiones sobre ellos pueden dejar huella durante décadas.
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