Casi cuatro horas sonriendo
De Sánchez a Macron, nadie escapó de la sonrisa de Trump que dominó la cumbre de paz
Los detalles Trump llegó tarde a la cumbre en Egipto y, en cuestión de minutos, convirtió la reunión en su propio espectáculo: sonrisas, apretones de mano, fotos y comentarios inesperados hicieron que los protocolos quedaran en segundo plano y los líderes parecieran casi figurantes de su show.

El saludo entre Pedro Sánchez y Donald Trump duró apenas 15 segundos… pero dio para mucho. Tirón de brazo incluido por parte del estadounidense y sonrisas constantes de ambos. Palabras, casi ninguna. Misterio absoluto sobre lo que se dijeron. Todo esto apenas cuatro días después de que Trump insinuara que España quizá estaría mejor fuera de la OTAN.
Pero esa sonrisa fue solo el comienzo. Trump llegó tarde a la cumbre en Egipto y, de repente, se convirtió en el anfitrión improvisado. Los 20 líderes que llevaban horas esperando lo recibieron uno a uno: apretones de mano, fotos, gestos… y sonrisas sin parar. No importaba el cansancio ni los protocolos: su sonrisa aparecía, desaparecía y volvía a aparecer como un metrónomo imprevisible. Incluso Giorgia Meloni, la única mujer líder presente, parecía contrariada al saludarlo, y él no perdió ocasión de animarla con su característico gesto, asegurándole que "estaba guapa".
Durante la foto de familia, Trump volvió a acaparar la atención. Su sonrisa dominaba la escena, haciendo que todos los demás parecieran casi figurantes en su show. En la firma del acuerdo se mostró algo más serio, pero no dejó de sonreír del todo. Al hablar de España fue cercano, mezclando humor y cariño: "España. ¿Quién es España? ¿Estáis trabajando con él respecto al PIB? Estamos más cerca… Pero estáis haciendo un gran trabajo".
Y, como siempre, hubo un momento para las risas. Trump bromeó con Emmanuel Macron: "Francia, muchas gracias, Emmanuel. Imagino que estará en algún sitio detrás de mí. ¡No puedo creer que te lo estés tomando con calma hoy!". Tras media hora de discurso, envió a la prensa a otra parte, quedándose solo con los líderes, sonrisa intacta, como si estuviera en su propia Casa Blanca… a 10.000 kilómetros de distancia.
Al final del día, quedó claro que Trump se pasó la cumbre sonriendo. Más que discursos o protocolos, fueron sus gestos los que marcaron la jornada. Cada apretón, cada foto, cada mirada estaba marcada por esa sonrisa que no dejaba de aparecer. En política, a veces, una sonrisa vale más que mil palabras… y Trump lo dejó bien claro.
*Sigue a laSexta en Google. Toda la actualidad y el mejor contenido aquí.