El paisaje gallego, otrora un mosaico de biodiversidad, se ve ahora dominado por el eucalipto. Esta especie, oriunda de Australia, ha transformado radicalmente el paisaje gallego ocupando 400.000 hectáreas, una extensión comparable a toda la provincia de Pontevedra. Su crecimiento vertiginoso lo convierte en el favorito de la industria papelera. Sin embargo, este "oro verde" esconde un coste ambiental devastador. La rápida expansión del eucalipto, impulsada por políticas gubernamentales y la ambición corporativa, ha llevado a la marginación del bosque autóctono, poniendo en jaque la biodiversidad y la identidad misma de Galicia.

Con el eucalipto, se promete una ganancia anual de 2.500 euros por hectárea, una tentación económica que ha priorizado el beneficio inmediato sobre la conservación a largo plazo. Esta especulación ha sacrificado no solo la flora y fauna autóctonas, sino también el futuro sostenible de la región. La gestión gubernamental del eucalipto ha sido criticada por favorecer supuestamente intereses empresariales sobre el bienestar ambiental y social.

La inflamabilidad del eucalipto lo convierte en un catalizador de incendios forestales, exacerbando una crisis que afecta a la comunidad gallega año tras año. Su aceite y corteza secan facilitan la propagación del fuego, poniendo en riesgo no solo el ecosistema sino también la vida y el patrimonio de los habitantes. La densidad y la forma de plantación complican enormemente la labor de los bomberos, transformando cada incendio en un desafío monumental.

La Xunta de Galicia, tras años de permitir el crecimiento descontrolado del eucalipto, ha comenzado a implementar medidas restrictivas. Sin embargo, estas acciones llegan en un momento en que el eucalipto ya ocupa el doble de la superficie prevista para 2032, evidenciando una gestión con gran polémica.