Una imagen: Alan Kurdi
Ellos siguen siendo los mismos, Europa ya no: Open Arms cumple diez años salvando vidas en el Mediterráneo
¿Por qué es importante? Con 122 misiones, más de 72.000 personas rescatadas y un compromiso inquebrantable, la ONG demuestra que la coherencia y la humanidad no dependen de premios ni de aplausos, sino de actuar cuando otros miran hacia otro lado.

Hace diez años, en 2015, un pequeño grupo de personas se lanzó a Lesbos con un objetivo que parecía sencillo pero era extraordinario: salvar vidas. Huyendo de la guerra en Siria, cientos de refugiados llegaban a la isla griega, exhaustos, desorientados, desesperados. Para los fundadores de Open Arms, cada rostro que veían era un recordatorio de algo que no podían ignorar. Era el inicio de algo que cambiaría sus vidas y, aunque Europa no lo supiera todavía, pondría a prueba los valores de un continente entero.
Todo empezó con una imagen que recorrió el mundo y que nadie pudo borrar: Alan Kurdi, un niño de solo tres años, ahogado, intentando llegar a Europa. Esa foto no solo conmovió a millones, también conmocionó a quienes luego fundarían Open Arms. Para ellos, aquello fue un llamado a la acción: lanzarse al mar, arriesgar sus vidas para salvar otras. Sin grandes recursos, sin experiencia, pero con una determinación inquebrantable.
Diez años después, Open Arms sigue siendo exactamente lo mismo. 122 misiones, más de 72.500 vidas salvadas, y la misma ética que les impulsó en 2015. Denuncian cada tragedia en el Mediterráneo, cada política que convierte el mar en una fosa común. Su misión no ha cambiado, su humanidad tampoco.
Lo que sí ha cambiado es Europa. La misma Europa que en 2016 les reconocía como ejemplo de los valores que dice defender, otorgándoles el premio 'Ciudadano Europeo', hoy los persigue. Sus barcos han sido retenidos en cinco países, sus acciones criminalizadas, sus voluntarios atacados política y mediáticamente. La extrema derecha no ha escatimado palabras: Santiago Abascal llegó a calificar su buque de "barco de negreros" e incluso instó a hundirlo.
Frente a esta hostilidad, Open Arms no ha retrocedido. Han respondido siempre con humanidad. En un vídeo dirigido a Abascal, dijeron: "A ti también te rescataríamos". Esa frase resume diez años de coherencia: mientras Europa cambia, mientras Europa criminaliza la solidaridad, ellos siguen fieles a su misión.
En estos diez años, Open Arms ha demostrado que actuar con humanidad no es una moda ni un gesto simbólico: es una responsabilidad, un compromiso que se mantiene incluso cuando los aplausos se convierten en críticas y las recompensas en persecución. Su historia refleja algo mucho más amplio: la transformación de Europa, de un continente que alguna vez celebró la solidaridad, a uno que hoy mira con desconfianza a quienes arriesgan su vida por salvar otras.
Diez años después, Open Arms sigue lanzándose al mar. Europa, en cambio, ha cambiado. Y su historia es, quizás, un espejo incómodo: uno que nos recuerda que la humanidad no siempre encuentra apoyo, pero que sigue siendo imprescindible.