Un año después de la imagen de Aylan ahogado en una playa cuando intentaba llegar a Europa que dio la vuelta al mundo, se puede ver que pese a haber removido conciencias, no sirvió para cambiar nada.

Este año han muerto 423 niños en el Mediterráneo y los que no se aventuran a llegar a Europa se enfrentan a otro infierno, como Omram, convertido en un símbolo tras los bombardeos en Alepo. Una imagen que tampoco ha llevado a nada.

Hace 365 días, el cuerpecito de Aylan Kurdi, de apenas tres años, varado en playas turcas, en pantalones cortos, sin salvavidas, e inerte, agitó conciencias, inundó las redes y provocó una marea de indignación y homenajes. También indujo a promesas de solidaridad y "nunca más" que se han desvanecido como la espuma de las olas del Mediterráneo que lo ahogó.

"Propósitos e intenciones por parte de las autoridades, pero las políticas se han radicalizado y la Unión Europea lo que ha hecho es externalizar sus fronteras, controlarla; alejar el problema pero no resolverlo", ha manifestado Andrés conde, Director general de 'Save the Children' en España.

Una Europa cerrada sobre sí misma, con más vallas y más fronteras, que mira hacia otro lado pidiéndole a Turquía que sea la compuerta del flujo migratorio.

Pero las imágenes estremecedoras se han seguido sucediendo. De niños ahogados, de los que huyen de un conflicto enquistado y de aquellos pequeños a los que les cae la guerra encima, como a otro símbolo: el pequeño Omran que también encogió el corazón del mundo.

"Se enfrentan a una vida bajo las bombas y los francotiradores. Han perdido la posibilidad de la educación, de acceder a servicios basicos de salud y tienen problemas para acceder una nutrición básica.", ha añadido Conde.

Pero siguen siendo niños, y en cuanto pueden juegan, inventándose incluso una piscina de los cráteres que dejan las bombas. Chapotean en agua estacada, esperando quizás no sumarse a esos 423 menores ahogados tras Aylan en el Mediterráneo al intentar escapar del infierno sirio.