Si has hecho pleno en nuestro trivial del reciclaje nos dejas alucinadas. En caso contrario, no te preocupes, te explicamos todo lo que necesitas saber.

Aunque hoy los contenedores de recogida selectiva nos parezcan asiduos de nuestras calles, lo cierto es que no siempre han estado ahí. El primer contenedor 'selectivo' se colocó en España el uno de febrero de 1982. Era verde, tenía una forma peculiar y en él se vertía el vidrio (ni cristales ni espejos, igual que ahora). El conocido como 'iglú' fue el primero de tantos.

Después del verde, tiñeron nuestras calles los contenedores azules y amarillos. Llegaron en 1998 de la mano de la Ley 11/1997 de Envases y Residuos de Envases que promovió la creación de los Sistemas Integrados de Gestión (Ecoembes en nuestro país). Y más de veinte años después, España ya cuenta con 378.272 contenedores amarillos y 212.852 azules repartidos por todo el territorio, uno por cada 162 habitantes.

1.453.123 toneladas de envases recicladas en 2018

A pesar de que la recogida selectiva no lleva tanto tiempo integrada en nuestra sociedad, la ciudadanía cada vez está más concienciada sobre la importancia del reciclaje. El año pasado, de media, cada persona recicló 15,7 kilogramos de residuos en el contenedor amarillo (envases de plástico, metal y briks) y 18,1 kilogramos en el azul (papel y cartón). Un total de 1.453.123 toneladas de envases, según datos de Ecoembes. Además, España se encuentra dentro del top ten europeo en materia de reciclaje de envases domésticos: reciclamos el 79% de los residuos que van a los contenedores amarillo y azul.

La concienciación es tal que ocho de cada diez españoles reciclan en sus casas, aunque todavía se cometen muchos errores cuando separamos nuestros residuos. Por ejemplo, los juguetes, biberones y chupetes no se pueden tirar en el contenedor amarillo porque, a pesar de lo que puedas pensar, no son de plástico. Estos residuos hay que depositarlos en el contenedor de resto o en un punto limpio.

Tampoco se tiran en el contenedor amarillo los utensilios de cocina, cubos de plástico o maquinillas de afeitar. Si tienes dudas, puedes consultar este artículo sobre los productos que no debes tirar al contenedor amarillo.

Cuidar el planeta: el principal objetivo

Reciclar implica ahorrar en materias primas, agua, energía y reducir las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero. Por ejemplo, reciclar 6 botellas o 6 latas equivale a contrarrestar las emisiones de CO2 emitidas por un tubo de escape durante diez minutos.

Gracias a las toneladas de envases domésticos reciclados el año pasado en España se evitó la emisión de 1,6 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, se redujo el gasto de energía en 6,2 millones de megavatios por hora y el consumo de agua en 20,3 millones de metros cúbicos, como explica el último informe publicado por Ecoembes, la organización medioambiental que coordina el reciclaje de envases en España.

Para reducir al mínimo el impacto ambiental de los envases, también es esencial hablar de ecodiseño. Este concepto esencial en la economía circular llegó a nuestro país en 1999 y ha permitido aligerar los envases un 18% de media desde entonces. Los recipientes de yogures, por ejemplo, han disminuido su peso en un 21%. Y en los dos últimos años, el ecodiseño ha permitido reducir al menos 34.000 toneladas de materia prima.

Nuevos retos: los residuos orgánicos

Hace más de veinte años que llegaron los contenedores de reciclaje de envases a nuestro país y ahora estamos asistiendo a la llegada de un nuevo contenedor: el marrón. Aunque todavía no puede verse en todos los municipios españoles, ya está implantado en muchos lugares del País Vasco, Cataluña, la Comunidad Valenciana o Madrid.

El contenedor marrón es el de la materia orgánica: restos de comida, infusiones, posos de café, papel y cartón sucios, corchos, cerillas, serrín o pequeños restos de jardinería. Hasta ahora, los restos orgánicos se desechaban en el contenedor gris de tapa naranja, que con esta división pasa a contener solamente la ''fracción resto'', es decir, aquellos residuos que no tienen cabida en los demás.

Reciclar los restos orgánicos es vital. En España, cada habitante genera 462 kilos al año, de los que un 37% son restos orgánicos, según datos de Ecoembes. Además, estos residuos se convierten en biogás o compost en las plantas de reciclaje.

Los datos muestran un avance creciente en el reciclaje de residuos, pero todavía queda un largo camino por recorrer. La Unión Europea ha puesto como objetivo reciclar el 55% de los recursos municipales antes de 2025, España actualmente se encuentra en el 36%. Estamos en la senda correcta. Aun así, todavía estamos lejos de compensar nuestra huella ecológica: necesitaríamos más de un planeta y medio para mantener nuestro ritmo de vida actual.