Si juntaras toda la basura que generas en un año, el resultado sería un cubo enorme de unos 462 kilos. Esto es lo que originamos en España por habitante y año. La mayor parte de tu cubo de basura lo componen los residuos orgánicos (restos de comida y jardinería), un 37% según datos de Ecoembes, organización que coordina el reciclaje de los envases domésticos en toda España.

Sin embargo, el reciclaje de la materia orgánica está casi arrancando en nuestro país y la mayor tasa de reciclaje la tienen el resto de envases, los que tenemos más costumbre de separar en nuestros hogares, y que suponen tan solo un 15% de lo que tiras a tu cubo. El resto de lo que generamos son envases comerciales (19%) otros plásticos (13%) o textil (6%).

Actualmente, la mayor tasa de reciclaje la tienen los residuos domésticos, que serían los envases que tiramos al contenedor amarillo (envases de plástico, metálicos y briks), al azul (papel y cartón) y al verde (vidrio). El objetivo de la UE está establecido en un 55%, una tasa que superaron todos los países de la UE (excepto Malta y Hungría) en 2016, según los datos más recientes de Eurostat, la Oficina Europea de Estadística. España se encontraba en sexta posición en esa lista con un 70,3%, como muestra el gráfico siguiente:

Pero esto no ha sido siempre así. La recogida selectiva en el hogar no llegó a nuestro país hasta 1998, cuando se puso en marcha la Ley 11/1997 de Envases y Residuos de Envases que promovió la creación de los Sistemas Integrados de Gestión (SIG).

Ecoembes es el SIG encargado de coordinar el reciclaje de los envases domésticos en todas las comunidades autónomas, es decir, todos los residuos que terminan en los contenedores azules (papel y cartón) y amarillos (envases de metal, latas y briks).

Pero, ¿siempre han estado estos contenedores en nuestras calles? Seguramente muchas personas piensen que sí, pero no. Los contenedores amarillos y azules comenzaron a verse en nuestros pueblos y ciudades en 1997, el mismo año en el que nació el Punto Verde. Este símbolo indica que un envase puede reciclarse. Eso sí, si lo llevabas al contenedor adecuado.

Aunque España ya estaba familiarizada con un contenedor muy llamativo: el 'iglú'. El primer contenedor verde, gestionado hoy por Ecovidrio, se instaló en nuestro país el uno de febrero de 1982 en el madrileño barrio de Moratalaz y siete días después en la Plaza Sant Jaume de Barcelona. Pero tanto en los años 80 como ahora, solo se puede tirar vidrio en su interior: ni cristales ni espejos.

No fue fácil concienciar a la sociedad española en la separación de residuos, pero los datos actuales muestran el cambio de mentalidad que se ha producido. Por ejemplo, en 2017 se recicló un 3,5% más que en 2016, según datos de Ecoembes.

En España se recicla el 33,5% del total de residuos sólidos urbanos generados, según los datos más recientes de Eurostat (2017). No es la tasa más alta de nuestra historia, pero sí es cerca del doble de cuando se empezaron a registrar datos, como puedes ver en el gráfico final.

Como sociedad, el siguiente reto en materia de reciclaje es separar los residuos orgánicos, los compuestos por materia biodegradable, y con los que se puede obtener biogás o fertilizante.

Y esos residuos, ¿dónde se tiran? Actualmente, y en la mayor parte del país van al contenedor gris de tapa naranja, pero existe una nueva división: el contenedor marrón, aquel en el que solo tienen cabida los residuos orgánicos. Entonces, ¿el gris con la tapa naranja desaparece? No, se usa para verter los restos no reciclables.

El Ayuntamiento de Madrid ha comenzado a colocar contenedores para reciclar los restos orgánicos en doce distritos. Pero no son los únicos ni los primeros, algunas comunidades como Euskadi, Navarra, Cataluña o Valencia ya cuentan con contenedores marrones.

Las políticas públicas y la sociedad siguen encaminadas a mantener y adquirir nuevos hábitos para reciclar cada vez más y mejor. No es solo por conciencia medioambiental, sino por salud, ya que un pequeño gesto individual como reciclar genera un gran cambio global: se gastan menos recursos naturales, se ahorra energía y se emite menos CO2.