Lo que hemos avanzado
Sin tapujos ni vergüenza: así hablaban los españoles de la violencia machista en los años 90
Entre líneas La violencia machista sigue siendo un importante problema social, pero es alentador recordar que la mayoría de la sociedad rechaza las justificaciones que se daban en los 90 sobre pegar a una mujer.

Resumen IA supervisado
En los últimos años, preocupa que más jóvenes nieguen la violencia machista o la vean como inevitable. Sin embargo, es importante reconocer el avance de la sociedad española en este tema. En los años 90, era común y aceptado que se justificara la violencia contra las mujeres en televisión y desde las instituciones. Se consideraba normal que un hombre pegara o incluso matara a su esposa si no cumplía con sus deseos. Hoy en día, estas actitudes recibirían un rechazo social mayoritario. No obstante, aún hay miles de mujeres que sufren violencia machista y 38 han sido asesinadas este año, lo que indica que queda mucho por hacer.
* Resumen supervisado por periodistas.
Aunque en los últimos años, preocupa que cada vez más jóvenes nieguen la violencia machista o que, aunque reconozcan su existencia, la consideren como algo "inevitable". Sin embargo, de vez en cuando es necesario mirar atrás para darse cuenta de lo que ha avanzado la sociedad española en este asunto.
A principios de los años 90, no había tapujos ni vergüenza para afirmar en televisión que había que pegar o incluso matar a las mujeres si no hacían lo que quería su marido.
"Ese hombre tiene que coger a esa mujer y matarla. Yo conozco aquí muchas separadas que no llevan ni puta razón, están en sus derechos, pero ¿cuáles son sus derechos? ¿Irse por ahí de bares y de discotecas, como la mía se ha ido?", preguntaba un hombre en televisión.
Se justificaba también impunemente el uso de la violencia, incluso desde las instituciones. Hasta el asesinato podía tener algún motivo razonable. Un ejemplo ocurrió en 1998, cuando el dueño de una pastelería de Oliva de la Frontera, en Badajoz, mató a su mujer a puñaladas.
El por entonces alcalde lo defendió diciendo que "a lo mejor ha sentido ese hombre un trastorno, alguna cosa, y ha cometido el acto criminal".
Por supuesto, muchos ciudadanos de a pie también sacaban pecho de que, en ciertas circunstancias, había que pegar a la mujer como "correctivo". "También tenemos nuestras razones", afirmaba un hombre.
"Si la mujer es una guarra, pues la tendrá que partir el marido la cara" o "si veo que se está pasando pues le tendré que dar un correctivo", añadían otros con frases que se repetían demasiado en esa época.
Ante la afirmación de una mujer que negaba que hubiese ningún motivo justificado para pegar a las mujeres, un hombre respondía que "alguna vez sí". "Yo no tengo nada contra la mujer, que Dios me perdone, pero habría que investigar muy profundo y a fondo", sostenía.
Hasta en la televisión se trataba como algo habitual. Un joven admitía en un programa sobre relaciones que le dio "un par de tortazos" a su pareja, sin ninguna pena.
Con este discurso tan predominante, muchas mujeres tuvieron que aceptar y resignarse a vivir con violencia. "Me pegaba cuando quería, porque se emborrachaba. Lo llevaba bien, a ver, cómo lo iba a llevar", relataba a la televisión una señora.
Ahora es impensable que una persona pueda decir este tipo de frases sin recibir un rechazo social mayoritario, y es algo para celebrar. Pero no se puede olvidar que aún hay miles de mujeres que sufren violencia machista y 38 que han sido asesinadas en lo que va de año por su pareja o expareja. Aún nos sigue quedando mucho camino.
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