Ha pasado un año desde que aquel 21 de abril de 2023, las llamas arrasaran el restaurante italiano Burro Canaglia de la madrileña plaza de Manuel Becerra y se cobrasen la vida de tres personas y dejasen una decena de heridos graves.
La investigación judicial se encuentra estancada y aún no ha sido capaz de arrojar luz sobre lo ocurrido esa noche. Por el momento, no hay ningún investigado en la causa que permanece abierta en el Juzgado de Instrucción número 46 de Madrid, cuyo titular tampoco ha tomado declaración a los heridos o a otras personas relacionadas con el suceso, han señalado a EFE fuentes jurídicas.
En este tiempo, informes del Ayuntamiento, de los Bomberos y de la Policía Científica han ido llegando al juez, quien se encuentra a la espera de recibir los informes forenses acerca del alcance de las lesiones de los heridos, algunos con quemaduras en entre el 8 y el 25% de su cuerpo que les obligaron a pasar muchos días en la UCI y en unidades de grandes quemados.
Una vez recabe toda aquella información que considere relevante para la causa, el magistrado decidirá si estima citar a declarar a testigos y posibles investigados, de acuerdo con las citadas fuentes. Así las cosas, la investigación judicial avanza con lentitud mientras las familias de los fallecidos y los afectados siguen esperando respuestas sobre qué sucedió esa noche en el interior del restaurante de comida italiana. Las víctimas mortales fueron dos clientas amigas vizcaínas de 41 y 43 años, la primera murió en el hospital tres semanas después, y un joven de 25 años que era camarero del local.
Una "ratonera" con 30 personas
A la espera de que testigos y los posibles responsables puedan contar su versión en sede judicial, la reconstrucción de los hechos es sólo parcial. Pero, según el relato que testigos, expertos y responsables políticos hicieron esos días, ocurrió lo siguiente: eran las 23:00 horas del 21 de abril de 2023 cuando un camarero del Burro Canaglia Bar & Resto sirvió un plato flambeado a uno de los cerca de 30 comensales que en ese momento había en el interior del establecimiento.
Un testigo de los hechos dijo que fue un postre, pero el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, señaló poco después que el plato en cuestión era una pizza. De cualquier modo, la llama llegó al techo, prendió una de las múltiples plantas de plástico decorativas y se extendió en cuestión de segundos por todo el local. Al día siguiente, preguntada acerca de las características del establecimiento, una vecina del bloque contiguo explicó que la decoración hacía del lugar "un sitio muy bonito, precioso", pero que las llamas lo convirtieron en "una ratonera".
El fuego se localizó en la entrada del restaurante, lo que impidió a los comensales poder salir con facilidad: algunos se refugiaron en la parte posterior del local y otros se quedaron atrapados entre las llamas, indicó Carlos Martín, jefe de Bomberos de Madrid que esa noche estaba de guardia. La tragedia pudo haber sido mucho peor si no se diese la coincidencia de que el parque de Bomberos de la zona se encuentra a escasos 300 metros del establecimiento, lo que permitió que los especialistas en extinción de incendios llegasen en pocos minutos.
Según señaló Ervigio Corral, jefe de guardia del Samur-Protección Civil, en una situación como la que se dio en el Burro Canaglia, con temperaturas por encima de los 150 grados y con gases tóxicos en el ambiente, si los servicios de emergencias y rescate no hubiesen llegado de forma inmediata, hubiese significado "la muerte de todas las personas que se encontraban dentro". Como suele ser habitual tras este tipo de sucesos, el Ayuntamiento abrió una investigación para determinar si el local cumplía o no con el reglamento.
Almeida y la entonces vicealcaldesa, Begoña Villacís, aseguraron que dadas sus dimensiones y el número de comensales que tenía autorizado "no era necesario" que el local, que contaba con licencia desde 1997, tuviese una salida de emergencia. En cuanto a si la decoración se ajustaba o no a las prescripciones de dicho permiso, añadió Martínez Almeida, "será la Justicia la que deberá determinarlo". En todo caso, el restaurante que la franquicia tiene en Bilbao retiró las plantas artificiales y el de Fuengirola (Málaga) hizo lo propio con los platos flambeados de su carta.
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