Cada uno de los pacientes que estos días opta por ponerse la última dosis de refuerzo de la vacuna contra el coronavirus, la cuarta, tiene un motivo. Miedo a un virus que provocó una pandemia como nunca antes habíamos vivido en España y que ha puesto muchas vidas patas arriba, porque nos da seguridad, o simplemente por ser precavidos.

Pese a que los motivos son variados, la vacunación ha caído en picado. Según los datos de Sanidad, solo el 56% de los mayores de 60 años se la ha puesto y en cuanto a los menores el Ministerio no publica las cifras.

Es por eso que la propia ministra, Carolina Darias, hace un recurrente llamamiento a la concienciación y a la cultura del cuidado "para seguir protegiéndonos y tener esa altísima inmunidad que tenemos en nuestro país".

¿Y qué pasa con la tercera dosis? En este caso sí que nueve de cada 10 mayores de 60 años la tienen, pero las cifras disminuyen con la edad. Baja de manera rotunda en los menores de 50, solo la mitad de los treintañeros se la han puesto y entre los que tienen 18 y 19 años la vacunación cae hasta el 32,68%.

Como señala el epidemiólogo de Isglobal, Quique Bassat, eso es fácilmente explicable porque son un grupo menos vulnerable a la enfermedad grave y por lo tanto tienen una menor percepción del riesgo.

Y aunque este colectivo tiene al menos la pauta completa de las dos dosis, los expertos animan a vacunarse. La palabra, dicen, es "conveniente", al menos en épocas de transmisión alta, y hay que sumar además que las nuevas son vacuas diseñadas en base a variantes del virus más parecidas a las que circulan a día de hoy.

Aunque la pauta completa protege, apuntan a que puede ser beneficioso también para los convivientes y para frenar la transmisión.