Si tienes 45 años, esta es la historia de tu madre. Si tienes 25, la de tu abuela. Una historia reciente que parece ya lejana. Pero no han pasado ni 50 años desde que las mujeres españolas necesitaban el permiso paterno o del marido para trámites que hoy son simples.

Si hay algo en lo que coinciden las feministas es que la lucha es ardua para conseguir el más mínimo derecho, la más leve de las victorias, mientras que los retrocesos se pueden producir con facilidad. Y es que en momentos en los que hay avances fuertes del feminismo, la ola reaccionaria es proporcional. Los derechos de la mujer siempre están en riesgo.

La memoria es una aliada. Viajemos en el tiempo, comencemos por el principio. Recordemos a las pioneras del feminismo, a las que luego han ido sumando y a las batallas que aún quedan por delante, por nuestras abuelas, nuestras madres, nuestras hijas y nuestras nietas.

Las batallas del feminismo a lo largo de la historia

La primera batalla se libró contra la ignorancia y no precisamente la de los hombres, sino la de las mujeres a las que se les tenía vetado cualquier espacio en el que pudieran recibir algún tipo de educación. Fueron madres de clase media y alta que entendieron la importancia de que sus hijas tuvieran una educación. Era 1888 y la mujer lograba acceder a la universidad a cuentagotas, de forma privada y con un permiso especial que se otorgaba en Consejo de Ministros para cada caso. Tuvieron que pasar más de 20 años para que en 1910, una Real Orden del Ministerio de Instrucción Pública, que dirigía entonces el Conde de Romanones, permitiera por primera vez la matriculación de alumnas en todos los centros docentes.

Una victoria feminista que después se refrendó con datos. La incorporación de la mujer a la universidad fue uno de los factores más decisivos que explican el avance de la economía española en la segunda parte del siglo XX (y del que apenas se habla).

Un soplo de aire que no evitó que la mujer, sobre todo en las clases baja y media, siguiera siendo un accesorio del hombre. Eso sí, ya sonaban los primeros ecos de EEUU donde se estaba ya empezando a luchar por algo llamado “sufragio universal”.

Los años 20 y la década de los 30 trajeron a las mujeres españolas grandes avances. Durante la II República se recoge la igualdad de sexos en la Constitución. Un reconocimiento que llevará a la mujer a lograr una 'igualdad legal'. Por primera vez las mujeres toman conciencia de forma común de la importancia de unirse en colectivos culturales, políticos y sindicales. La Unión Republicana Femenina, impulsada en 1931 por Clara Campoamor; la Asociación Femenina de Educación Cívica, promovida por María Lejárraga en 1932 o la agrupación anarquista Mujeres Libres fundada ya en 1936 y liderada por Lucía Sánchez Saornil, Mercedes Comaposada y Amparo Poch y Gascón, son un claro ejemplo.

En el 31 se aprobó el derecho de las mujeres a votar (ejercerían su derecho en el 33) y en el 32 se promulgó la primera ley del Divorcio. También se le reconocen a la mujer derechos laborales y el igual acceso a empleos y cargos públicos. Y en el 37, ya en plena Guerra Civil, la primera mujer ministra, Federica Montseny (Sanidad), saca adelante la primera ley del Aborto, que llega a aplicarse en Cataluña.

El fascismo, freno a la igualdad

Sin embargo, un duro revés estaba por llegar. El triunfo del golpe de Estado y la victoria del fascismo truncan todos estos avances en igualdad. El régimen franquista persigue y castiga a las mujeres que habían osado divorciarse, abortar o independizarse de alguna forma de un hombre. Y la mujer vuelve a convertirse en un ser que vive bajo el tutelaje de su padre o un marido.

La Sección Femenina educa niñas y mujeres serviciales, sumisas, alegres, abnegadas y entregadas a un objetivo: crear una familia y complacer al esposo. Mujeres moldeadas física y emocionalmente. Así lo explica la investigadora Begoña Barrera en su libro La Sección Femenina (1934-1977). Historia de una tutela emocional.

Fueron tiempos de silencio, en el que se debía disimular cualquier tipo de superioridad intelectual y evitar que el hombre se sintiera amenazado. Y las que no entraban en ese cánon eran pasionales, no maternales, sin gracia, gritonas y hasta feas. Y esto último no suena lejano.

Y en esa guerra contra las conquistas femeninas, la Iglesia también tenía un papel protagonista. Los curas se sumaban al discurso falangista, aleccionando a las mujeres en el sacrificio y la sumisión a la figura masculina. Figura de autoridad y control social, el sacerdote del franquismo promovía la represión sexual. Una forma más de sujetar a las mujeres al hogar y al marido. Así, muchas mujeres asumían el sexo conyugal como una obligación. Una resignación en la que cabía incluso el maltrato.

Manifestación del 8 de marzo en Gran Canaria, horario y recorrido de la marcha por el Día de la Mujer

Los avances arrebatados por el Franquismo a las mujeres tardarían años en ser recuperados. A partir de los años 60, comenzó a crecer la oposición al franquismo, sobre todo en la industria y en las universidades. Proliferaron las huelgas y se afianzaron partidos, movimientos y sindicatos clandestinos. Destacan el Movimiento Democrático de Mujeres (ligado al PCE), con sus orígenes fundadores en las mujeres de los presos republicanos. Y también la Asociación de Mujeres Juristas, que combatía la desigual legislación familiar de la dictadura.

Tras la muerte de Franco, en el 75, las organizaciones feministas salieron de nuevo a la luz con más fuerza que nunca. Las mujeres lograron poder trabajar sin tener una autorización del marido. Las "imbéciles legales" como las definía la escritora Almudena Grandes, empezaron poco a poco a despertar. Y las mujeres a las que se les había arrebatado su libertad comenzaron a recuperar derechos. Con la Constitución del 78 se les permitió abrir una cuenta bancaria y administrar sus bienes. Cerca de los años 80 se despenalizaron los anticonceptivos y el adulterio y se crearon los Centros de Planificación Familiar. Y en el 81 llegó de nuevo la ley del Divorcio.

En el 85 llegaba la ley del Aborto, pero bajo tres supuestos: enfermedad psíquica o física de la madre, en caso de malformación grave del feto o en caso de violación. Y hasta el 2010 no hay una ley basada en la salud sexual y reproductiva de las mujeres. Pero no nos adelantemos.

Nada era fácil para las feministas. El adoctrinamiento vivido por las mujeres durante 40 años era difícil de borrar y las propias feministas se dividían entre las que querían combatir de forma independiente y las que preferían seguir su lucha integradas en partidos políticos.

Ana Orantes y la visibilización de la violencia machista

La división interna y la multitud de frentes abiertos hizo que durante años (demasiados) no se pusiera el foco en una de las mayores lacras que sufren las mujeres: la violencia machista. El movimiento feminista perdió fuerza en los 80 hasta que el caso de Ana Orantesen televisión golpeó a la sociedad española. Ya era 1997. Ana contaba en un plató de Canal Sur los años de maltrato sufridos y cómo el sistema judicial le había dado la espalda hasta el punto de verse obligada a vivir con su ya exmarido. Días después de la entrevista, Ana era asesinada. Su exmarido la ataba a una silla y la prendía fuego en el jardín de la casa que ambos compartían.

La reacción social fue inmediata y la presencia mediática de la violencia hacia las mujeres ocupó de nuevo titulares. En 2003 se empezaron a contabilizar los feminicidios. Algo que desde el PP decían que eran casos aislados.El vicepresidente Álvarez Cascos llegó a describir el asesinato de Orantes como un "caso aislado obra de un excéntrico".

Con el gobierno de Rodríguez Zapatero, en 2004, llegaría la ley contra la Violencia de Género. Y la ley de Igualdad se aprobaría en 2007, introduciendo el permiso de paternidad y ampliando el de maternidad. En 2010 se creó una nueva ley del Aborto. En 2017 se intentó dar otro paso importante con el Pacto de Estado contra la Violencia Machista, para el que después se demostró que no se destinaban suficientes recursos.

Pequeños pasos y algunos retrocesos. Es lo que ha caracterizado la historia de las mujeres y la lucha por sus derechos. Y desde hace años el altavoz no solo está en los medios tradicionales. Las redes sociales han servido para que el relato feminista (también el de los trolls y los mensajes de odio) se extiendan.

Las históricas manifestaciones feministas

En las últimas décadas, las mujeres han protagonizado manifestaciones históricas. Desde el Tren de la Libertad, en 2014, contra el intento de Gallardón de derogar la Ley del Aborto a las manifestaciones contra diferentes asesinatos machistas o la multitudinaria marcha feminista por la sentencia de la violación de La Manada en 2018. Ejemplos de fuerza y de inclusión, sobre todo en la huelga feminista del 2018, en el que el mensaje traspasó todas las barreras generacionales. "Si la mujer para se para el mundo". Un tsunami feminista que se vio contenido por la pandemia de coronavirus y que provocó la radicalización de los mensajes desde la derecha, intentando criminalizar incluso al movimiento feminista por la propagación del virus.

También se ha vivido un #MeToo, un #Cuéntalo… y recientemente, con el gobierno de coalición, la aprobación de leyes como la del 'Solo sí es sí', la reforma de la ley del Aborto (ahora sin tutelas) y la aprobación de la ley Trans. También en esta legislatura, el Plan de Inserción Socio Laboral para mujeres víctimas de explotación sexual, trata y en contextos de prostitución, la renovación del pacto de Estado contra la violencia machista de forma permanente, las medidas urgentes contra la violencia machista de julio de 2021, el cambio estadístico para los feminicidios, el Plan Corresponsables…

Y aún quedan muchos avances por delante. La lucha contra la prostitución, la pornografía, acabar con la brecha salarial, reconocer los tiempos de cuidados y el trabajo no remunerado de millones de mujeres, la coeducación, es decir, educar en un modelo libre de machismos…y seguir combatiendo las violencias que se ejercen contra la mujer. Son objetivos pendientes.

Este Día Internacional de la Mujerserá el primero en el que las reivindicaciones se verán libres de cualquier restricción, al menos físicas. Ya no habrá mascarillas ni distancia de seguridad. Pero no se ha logrado la unidad del movimiento feminista. La división será visible con dos grandes convocatorias en Madrid. Una, la de la Comisión 8M, y otra, la del Movimiento Feminista de Madrid.

Pero si de algo sirve la historia, es para recordar que los avances de la mujer se han logrado con un feminismo unido. Sin caer en disputas políticas, discursos interesados o debates absurdos sobre el nuevo feminismo. La lucha feminista existe desde hace siglos. "El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente", decía Simone de Beauvoir.