Al concluir el año pasado el patrimonio gestionado por 12 de las mayores sicav, en las que participan apellidos tan conocidos como Koplowitz, Abelló, Del Pino, Palatchi o Bhavnani, se elevaba exactamente a 4.430 millones de euros, frente a los 4.267,8 millones de euros del cierre de 2015.

Los más ricos no solo han batido su propia marca sino que han sabido esquivar la mala racha que atraviesa la bolsa española, cuyo principal indicador, el IBEX 35, se dejó en 2016 un 2,01 % y sumó dos ejercicios consecutivos con pérdidas.

Tampoco los fondos de inversión o los planes de pensiones pueden competir con la evolución de estas sociedades de inversión, ya que su rentabilidad media anual fue en 2016 del 1,14 % y del 1,8 %, respectivamente, según los datos de la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones (Inverco).

Una sicav o sociedad de inversión de capital variable es un instrumento utilizado principalmente por las grandes fortunas porque les permite invertir parte de su dinero y diferir el pago de impuestos gracias a la creación de una sociedad anónima destinada únicamente a invertir en activos financieros.