El fin de semana del Gran Premio de Francia se ha caracterizado por un sol infernal que afectaba a los monoplazas... y también a los pilotos. Probablemente el que peor lo pasó fue Lewis Hamilton, que no pudo beber agua.
El británico reconoció nada más bajarse del coche que no había funcionado su botella de agua y no ha podido beber nada durante toda el gran premio. Una carrera especialmente dura para el piloto de Mercedes, que tuvo que mantener un ritmo constante durante toda la carrera para mantener la distancia con Sergio Pérez y George Russell.
Finalmente Hamilton pudo ser segundo, su mejor resultado esta temporada, y sumar su quinto podio consecutivo. "Menuda temperatura. No me ha funcionado la botella de agua en la carrera. Supongo que he perdido tres kilos, aunque no he visto mi peso aún. Tengo ganas de beber", declaró el británico tras terminar la carrera
El esfuerzo durante 53 vueltas sin hidratarse fue de tal magnitud, que el siete veces campeón del mundo acabó tumbado en el suelo en la sala en la que los pilotos esperan para salir al podio intentando recuperar energías.