Había tráfico. Cierto. Muy cierto. Se encontró con hasta cuatro coches en el asfalto. Cierto. También muy cierto. Y sí, todos iban lentos. Lentísimos. Sí, así es, pero sea por la razón que sea Fernando Alonso cayó en Q1. Cayó en Q1 en Mónaco. En donde no se podía fallar. En donde falló. En donde se tuvo que jugar todo en los últimos minutos y la moneda, donde a veces sale cara, salió cruz.

Porque es mucho jugársela. Porque donde en 2023 casi logra la pole ahora ni pudo superar la primera ronda. El primer asalto. Ni siquiera pudo con los Haas. Con los RB. Con los Alpine. No pudo. Porque el Aston Martin no puede. Porque quizá lo de Alonso fuera por el tráfico, pero Stroll, que sí llegó a Q2, mostró una nula competitividad en pista.

Así son las cosas ahora. Así es la historia en estos momentos en un equipo que está viviendo de las rentas desde Países Bajos 2023. Desde, apurando, Brasil. Mucho tiempo. Muchas palabras. Muchas promesas que nunca llegan mientras que el resto de equipos sí están sabiendo qué hacer con sus coches.

Que sí están entendiendo mejor qué les piden sus monoplazas en una lucha por la evolución en la que, de nuevo, el AMR24 está perdiendo terreno. Perdiendo mucho terreno. Ya no solo con Red Bull, sino con los McLaren, los Ferrari, los Mercedes... y de la zona media alta a la zona media baja más bien tirando a lo segundo.

Cuando juegas con fuego...

En Mónaco, nada. Ni motor más potente, ni mejoras, ni alerón trasero antiguo, nuevo... da lo mismo. Esto es lo que hay. Es lo que hay en pistas rápidas. En pistas con mucha carga. En las que no importe la velocidad punta. Por más que peleó, por más que Alonso trató de revertir todo, nada.

Ahí estaba, en la zona de peligro cuando faltaban cinco minutos. Con los Sargeant. Con los Gasly. Y sí, también con los Norris y Pérez. Lando pasó, pero Sergio no en una nueva 'qualy' para olvidar en Mónaco. El mexicano sale detrás, pero eso no puede ser motivo de celebración alguna.

Porque que haya otro peor que tú, cuando debería estar mejor, no tiene sentido. Porque en la vuelta, Fernando mejoraba en el primer sector. En el segundo empezaron los problemas, o esos coches prácticamente parados en el asfalto bajo la atenta y pasiva mirada de la FIA. En el tercero, lo mismo. Al final, nada.

Alonso, 16º

No hubo mejoría, mientras los demás ya prácticamente con la pista para ellos mejoraron lo necesario para poner a Alonso fuera en Q1.

Sale en el puesto 16 en una carrera que es básicamente una procesión de coches, más ahora que son bastante más anchos que hace años. Porque se podría pensar en lo que hizo con Ferrari, pero no. No es lo mismo. Ni es el mismo coche ni es la misma competición viendo cómo son los monoplazas. Solo un milagro podría hacer que este fin de semana no fuera como Imola. No fuera como ese "acabar y para casa" del Emilia Romagna.