La Luna está en los mitos, en la religión, en el arte y en la ciencia. Su influjo mueve las mareas y marca los días; fascina, embruja. Ella se mantiene allí, impertérrita en la lejanía, guiando nuestros pasos y nosotros, desde la Tierra, esperamos ansiosos que nos dé respuestas; observándola con sus luces y sus sombras.

La astrofísica Eva Villaver pasea por los recovecos de la humanidad para descifrar el significado de la Luna en cada época, pero también para acercarnos a la realidad científica que envuelve nuestro satélite, una realidad llena de datos y curiosidades, incluso llena de humor. 'Las mil caras de la Luna' (HarperCollins, 2019) es una visión global y transversal de las inspiraciones culturales, artísticas y científicas de este cuerpo celeste.

Desde Beethoven a David Bowie, pasando por Frank Sinatra o Elton John, nuestro satélite ha sido y continúa siendo una fuente inagotable de inspiración para centenares de canciones, poemas, pinturas o películas. A lo largo de la historia, la Luna también ha iluminado el nombramiento de ríos, pueblos e, incluso, personas. En España, por ejemplo, se llaman Luna más de 8.000 mujeres. El relato que ha construido Villaver habla de todas esas inspiraciones, pero también de historia, de supersticiones, de astronomía y de física.

Este año se cumplen 50 años desde el primer alunizaje en nuestro astro. En 1969, después de una larga carrera espacial, la misión Apollo11 llegó a la Luna. Fueron Neil Armstrong y Buzz Aldrin quienes grabaron su huella en la superficie lunar, aunque fuimos todos los que saboreamos el éxito.

Un viaje de ida y vuelta de la Tierra a la Luna

Clavar la bandera en la Luna fue un hito para la Humanidad, pero lo más importante no fue la ida sino la vuelta. "Un viaje nos transforma. Lo que somos al regreso, lo que hemos aprendido es lo realmente importante", explica Villaver.

Regresamos a la Tierra en otras cinco ocasiones, y lo hicimos porque volvimos a pisar suelo lunar. Villaver destaca cómo en la tercera misión exitosa del Apolo los astronautas volvieron cargados con un material muy especial: la roca más antigua del globo terráqueo se encontró en la Luna y esto arrojaba luz sobre el origen de nuestro planeta.

A diferencia de la Tierra, que no guarda memoria histórica por su geología, el astro se conserva impoluto desde que nació. Todo lo que impacta en él se convierte en una cicatriz del pasado. Cada meteorito está grabado en su piel, cada impacto nos cuenta cómo fue el continuo bombardeo al que estuvieron sometidos el Sistema Solar y la Tierra hace miles de millones de años. Como dice Villaver, si conocemos la Luna, desciframos el origen de la Tierra.

Las rocas que se han traído de las misiones Apolo y de las misiones lunares soviéticas han permitido vislumbrar también de dónde viene la Luna. Seguiríamos construyendo hipótesis sobre la formación del astro si no hubiera sido por la llegada del Apolo 11 y todas las demás. A día de hoy, la teoría más aceptada sobre su origen es que un cuerpo de gran tamaño impactó con la Tierra y, de esa colisión, surgió un disco del que, a su vez, nació la Luna.

La Luna, con huella de mujer

A pesar de que los escépticos se inventen mil teorías para cuestionar uno de los hitos tecnológico más importantes del siglo XX, la comunidad científica nunca ha dejado de fijarse en el único satélite terrestre. Desde las misiones Apolo, prácticamente todas las agencias espaciales han estado o tienen planeado estar en ella, si bien es cierto que no siempre con personas (por lo costoso de las misiones tripuladas).

En 2024 la NASA ya tiene previsto volver a la Luna. Esta vez para quedarse, estableciéndose allí de manera estratégica para dar el siguiente paso: Marte. El futuro alunizaje está previsto que se realice en el Polo Sur y se llevará a cabo dentro del proyecto Artemis, por la diosa de la mitología griega y hermana gemela de Apolo. Un nombre muy significativo: la agencia estadounidense pretende que sea una mujer la próxima persona que deje su huella en la superficie lunar. La primera mujer de la historia.

''Una nueva generación de niñas se vean a sí mismas como las próximas mujeres astronautas''

Con el proyecto Artemis nace una nueva era que permitirá que, por fin, ''una nueva generación de niñas se vean a sí mismas como las próximas mujeres astronautas'', según palabras del administrador de la NASA, Jim Bridenstine, en la Cumbre Humans to Mars en Washington DC el pasado mes de mayo.

Aunque, si lo pensamos, lo cierto es que, como reza el subtítulo de la obra de Villaver: 'No tenemos que regresar a la Luna, porque siempre hemos estado en ella'. Con nuestros anhelos, mitos y leyendas, en sus claros de luna y en sus lunas de miel. En cada lunar. Siempre lunáticos.

Las huellas del ser humano permanecerán en la Luna para siempre. Una idea tan romántica como real, porque las pisadas de las doce personas que aterrizaron en su superficie nunca se borrarán. Una certeza que tal vez no podamos corroborar eternamente. El giro de nuestro planeta es más rápido que la velocidad orbital de la Luna, lo que hace que el cuerpo celeste se aleje 3,8 cm al año. Un día perderemos la Luna, pero mientras tanto, disfrutemos de ella.