2018. De repente, decenas, cientos, miles de mujeres comienzan a decir 'me too': 'yo también sufrí agresiones sexuales'. Casi al unísono, esas mujeres tomaron voz y comenzaron a gritar fuerte. El movimiento, rápidamente internacionalizado, fue sanador para muchas, pero no suficiente. En ‘No es para tanto. Notas sobre la cultura de la violación’ (Capitán Swing, 2018), la escritora y profesora Roxanne Barr recoge decenas de testimonios que dan cuenta de qué significa, de verdad, vivir en una sociedad en la que “te preguntas cuándo (no si) sufrirás una agresión”.

"La situación es gravísima", escribe Barr. Cualquiera que se pare a hablar con las mujeres de su alrededor podrá descubrir horrorizado cómo esta clase de experiencias han sido vividas por la inmensa mayoría de sus conocidas. Algunas le quitarán importancia: el famoso 'no es para tanto', pese a las consecuencias que estos abusos pueden tener en las víctimas.

Lo dice la misma Barr: "La idea de que lo que me había sucedido 'no era para tanto' me hizo ser increíblemente severa conmigo misma por no 'superarlo' lo bastante rápido al ver que los años pasaban y yo seguía sintiendo un inmenso dolor y no lograba desembarazarme de los recuerdos".

Miles de personas contra la violencia machista en Madrid (Archivo)

Vuelve la huelga feminista

Este 8 de marzo, millones de mujeres están llamadas a las calles a reclamar igualdad.

La falta de igualdad se aprecia, día a día, en decenas de aspectos: la brecha salarial, el techo de cristal, los cuidados... La cultura de la violación también está en esta lista de motivos por los que las mujeres se manifestarán. Miles de mujeres se posicionarán contra la violencia estructural contra las mujeres. Como el año pasado, gritarán que "si nos tocan a una, nos tocan a todas". Pasó así con el caso de 'La Manada' de Pamplona, pero sigue ocurriendo.

"Para que se consideren las violencias machistas como una cuestión que atañe a toda la sociedad y se tengan en cuenta sus distintas causas y dimensiones", reza el argumentario emitido por la Comisión 8 de Marzo de Madrid de cara a esta cita feminista. “Para que se apliquen de forma efectiva las leyes contra las violencias machistas y se amplíen para incluir la violencia sexual. Exigimos protección, reparación y justicia", sentencia.

Los ejemplos del libro, escritos todos en primera persona, pueden ser interpretados como hechos independientes, o como lo que son: partes de una misma realidad. De hecho, en la recopilación "la misma esencia se repite una y otra vez cambiando los detalles concretos de cada autor/a en las diferentes historias", escribe la artista Jana Leo, también víctima de violación, en el prólogo de la edición en español.

El movimiento ‘me too’ y todo lo que implicó

Manifestación feminista ante el Parlamento andaluz

"Al terminar de leer el libro me quedan claras varias impresiones: no hay duda de que la violación y otros tipos de violencia sexual ocurren mucho. Queda claro también que tanto hombres como mujeres repiten clichés que no les funcionan, pero no saben cómo hacer para modificarlos. Y por último es evidente que la gente no se relaciona con sus sentimientos", concluye Leo, contundente.

Es por eso que el movimiento 'me too', y todo lo que implicó, tuvo tanta relevancia: miles de mujeres gritando contra sus pesadillas y, también, contra los estigmas que acompañan a estos traumas. Muchas alzaron la voz literalmente, otras tantas optaron por las letras. Libros como éste tratan de comunicar en su totalidad "lo que solas no logramos transmitir", escribe la profesora universitaria Nora Salem en uno de los capítulos del volumen.

El objetivo, al fin y al cabo, es escribir para "probar que fue violación (...), que sí fue para tanto, que sí fue una agresión y no un acto sexual", comenta Leo. Salem añade: "El antídoto para no perder la cabeza es contar con un círculo de personas que conocen tu herida y que pueden verificar su existencia".

En esencia, recordar que todos estos no son casos aislados, y que se enmarcan en una sociedad en la que parece que tienes que pagar un impuesto "por el privilegio de ser una mujer en un espacio público", comenta la también profesora Aubrey Hirsch. Ella, entre los fragmentos que relata en su capítulo, cuenta horrorizada cómo uno de sus alumnos, en una ocasión, escribió sobre una violación que cometió él mismo sin ser consciente de que lo era. Tal es el nivel de aceptación de ciertas violencias contra las mujeres.

"La culpa de mi desgracia no fue solo del Arruinador de Vidas, sino también del mundo que lo hizo, del lugar que continúa manufacturando réplicas de él y creando las circunstancias en las que tanto él como sus réplicas prosperan", finaliza Salem a modo de resumen de todo lo demás.

“Las acciones son responsabilidad de quien las comete”

Cartel de la manifestación feminista del 8M

Barr describe los textos como "conscientes". Están escritos en primera persona porque cuentan violaciones vividas en primera persona. "Escribirlos y publicarlos es una manera de decir que estamos cansados de hacer como si nada y de confrontar todos los días a los que no se enteran".

El libro tiene un doble objetivo: por un lado, "educar a los agresores", que se den cuenta de que, ciertos comportamientos que interpretan como ‘normales’, no lo son en absoluto. Pero también quieren "restablecer la dignidad a las víctimas, para que sean respetadas". Que otras víctimas los lean y puedan sentirse identificadas.

En esencia, recordar la clave de todo esto: "Las acciones son responsabilidad de quien las comete". "Todos se encuentran con las ilusiones o la vida rota, pero llegan a aprender que lo que les pasó no es culpa suya".