NUEVOS ELÉCTRICOS
No es solo el veto de 2035: Europa admite el error del coche eléctrico caro y cambia las reglas para abaratarlo
El veto a la combustión en 2035 no es el único cambio. Europa incide de nuevo en los e-car, los eléctricos baratos que además serán la llave que tendrán los fabricantes para seguir produciendo sus grandes motores.

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Durante años, la Unión Europea ha defendido una electrificación acelerada del automóvil basada en una idea que parecía incuestionable: el coche eléctrico sería la solución universal. Hoy, Bruselas empieza a admitir que esa estrategia estaba incompleta. No solo por el calendario del veto a los motores de combustión en 2035, sino porque el modelo de coche eléctrico que se ha impulsado es demasiado caro, pesado y poco realista para el uso diario en ciudad.
La reciente rectificación del veto de 2035 no llega sola. Viene acompañada de un cambio de fondo: Europa quiere abaratar el coche eléctrico, y para hacerlo está dispuesta a cambiar las reglas.

El problema que Bruselas ya no puede ignorar
El mercado ha hablado. Las ventas de eléctricos se han frenado, los precios siguen siendo altos y buena parte de los usuarios no encuentra en el coche eléctrico actual una alternativa razonable a su coche térmico.
SUV eléctricos grandes, con baterías sobredimensionadas y precios elevados han sido la norma. Un tipo de vehículo que:
- Consume muchos recursos
- Necesita infraestructuras que no siempre existen
- No encaja con el uso urbano mayoritario
- Queda fuera del alcance de muchas economías domésticas
Bruselas asume ahora que forzar este modelo no estaba funcionando. Ni para el consumidor, ni para la industria europea.

Cambiar las reglas para cambiar el coche: los e-car
La respuesta de la Comisión Europea es clara: crear un nuevo marco para coches eléctricos pequeños, más simples y mucho más baratos. Son los denominados e-car de los que hemos hablado en otras ocasiones.
La clave no está solo en las ayudas, sino en la normativa. Europa propone una nueva subcategoría de eléctricos urbanos que:
- Tendrán menos exigencias normativas durante diez años
- Estarán exentos de nuevas obligaciones en seguridad y sostenibilidad
- Podrán fabricarse con costes mucho más bajos
El objetivo es directo: reducir el precio final del coche eléctrico, no compensarlo artificialmente con subvenciones.

Coches más pequeños, pensados para ciudad
Estos nuevos eléctricos no buscan sustituir al coche familiar ni al SUV de viaje. Están pensados para lo que millones de personas hacen a diario: moverse por ciudad y alrededores.
Serán coches de:
- Tamaño contenido (hasta 4,2 metros).
- Prestaciones moderadas.
- Uso urbano y periurbano.
- Coste mucho más ajustado.
Un enfoque que recuerda a los kei-cars japoneses, pero adaptado al mercado europeo. Y ojo aquí, serán coches que tendrán que cumplir con requisitos inferiores en términos de seguridad. No obstante, tampoco hace falta un tanque para ir a por el pan, ¿no?

Ventajas reales para el usuario
Para que funcionen, Bruselas plantea que estos coches no solo sean más baratos de fabricar, sino también más ventajosos de usar.
Entre las medidas previstas:
- Permisos especiales de aparcamiento
- Exenciones en peajes
- Acceso prioritario a zonas de bajas emisiones
- Tarifas de recarga reducidas
- Incentivos específicos a la compra
Además, si se producen en Europa, sus ventas contarán más a la hora de cumplir los objetivos de emisiones de los fabricantes, lo que incentiva que las marcas los ofrezcan y los promocionen. Y esto último es clave. Los fabricantes podrán compensar el 10% de sus objetivos de emisiones de CO2 con "créditos" obtenidos por medio de otras acciones, como el uso de acero verde producido en Europa, e-fuels, y demás. Una de esas grandes acciones será la producción y venta de estos vehículos bonificados.
Así, para seguir vendiendo grandes coches con motor de combustión los fabricantes solo tendrán que encargarse de vender también coches eléctricos baratos producidos en Europa. Un win-win para la industria europea donde solo hay una cosa que se puede poner en duda: ¿no eran innegociables las necesidades medioambientales? Finalmente, ha quedado claro que las necesidades económicas eran las verdaderamente innegociables.
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