El éxito de 'El juego del calamar' fue algo totalmente inesperado para Netflix, tal y como ya ha explicado la plataforma en varias ocasiones. En 2019, la historia creada por el surcoreano Hwang Dong-hyuck encontraba por fin plataforma después de ser rechazada por los distribuidores locales y acabar durante diez años en un cajón. La apuesta de Netflix resulto ganadora, si bien es cierto que el riesgo era mucho menor que el de otras producciones. Cada episodio del thriller distópico en el que varios personajes marginados se juegan la vida por una gran suma de dinero participando en perturbadores juegos infantiles costaba 2,4 millones de dólares, una cuarta parte que el coste de los de 'Stranger Things'. Una rentabilidad que ha llevado a la plataforma a seguir explorando el mercado surcoreano en busca de nuevas producciones, sin embargo lo que podría ser una oportunidad evidencia los problemas del sector, tal y como revela Los Angeles Times en un informe.

El estreno en 2019 batió todos los récords de la plataforma y supuso unas ganancias de 900 millones de dólares, tal y como se filtró en su momento. Un beneficio insólito que no se reprodujo en el caso del creador que, pese a convertirse en el hombre del momento, no se hizo rico, ni mucho menos. El problema fue que el contrató que firmó incluía su renuncia a los derechos de propiedad intelectual y al cobro del pago de royalties, es decir, lo que perciben creadores, guionistas, directores y actores cuando se reutiliza su trabajo tras una primera emisión. Precisamente la garantía de estas cláusulas está entre las reclamaciones de los guionistas de Hollywood durante la huelga que ha llevado a la paralización de numerosas producciones.

Precisamente, la huelga ha llevado a Netflix y al resto de plataformas a centrarse en la producción internacional para mantener la llegada de títulos a su catálogo. La ficción surcoreana supone un filón ya que el 60% de los suscriptores a visto alguna serie procedente de Corea del Sur. El fenómeno destapa las luces, pero también las sombras del modelo de negocio que ha criticado el propio creador de 'El juego del calamar': "Para que haya otra 'El juego del calamar' o la nueva 'Parásitos', se debe garantizar el sustento de los creadores", dijo Hwang Dong-hyuck.

En este sentido, Ted Sarandos justificaba su política de no incluir los pagos de royalties en el contrato porque aseguran que su compensación inicial ya es más que justa y está por encima del mercado. "Cuando cerramos acuerdos, garantizamos a nuestros estudios y creadores una compensación justa", afirmaba Sarandos en junio durante su primera visita a Corea desde su nombramiento. "Es un mercado competitivo, y compensamos muy por encima del mercado. En general, para nosotros es importante seguir siendo competitivos y promover un ecosistema sano. Proporcionaremos apoyo suficiente. Y en caso de éxito de un programa, nos aseguramos de que los creadores reciban una compensación adecuada en la siguiente temporada."

La cosa cambia en otros territorios como en la Unión Europea donde ya existe una normativa al respecto que regula que si una serie producida en Europa supera los 10 millones de cuentas que reproduzcan el 90% de una serie, la plataforma debe pagar 'royalties'. Así pasa por ejemplo en España y Alemania. Por ejemplo, dos series con las que ha pasado eso son 'La casa de papel' o 'Élite'.

A los temas contractuales, se suman las condiciones precarias y abusivas del sector audiovisual en el país que se describen en el mencionado informe. En respuesta a las preguntas de 'Los Angeles Times', Netflix descarga su responsabilidad en las productoras coreanas con las que se asocia para la creación de contenidos. "Pagamos tarifas justas y muy competitivas a nuestros creadores de contenido coreano y establecemos normas claras para nuestros socios de producción coreanos, que producen todos nuestros programas y películas", declaró la empresa. "Estas normas cumplen o superan la legislación coreana", asegura la plataforma.