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Raquel Perera explica qué es la empatía biológica y afectiva, el instinto de conexión de una madre con su hijo
El cerebro de las madres está programado para responder a las señales de su hijo. Pero, como indica Perera, "ser una buena madre no significa estar siempre disponible".

Un estudio ha determinado que el 78% de las madres de nuestro país están agotadas. Esto se puede deber a diversos factores que van de la desigualdad estructural, la carga mental invisible o la culpa aprendida. Esto hace que sean las únicas que responden a los reclamos continuos de sus hijos. Pero, ¿cómo pueden poner límites para evitar que sus hijos se pasen la vida reclamándoles cosas?
Raquel Perera señala que ese impulso que tienen las madres de acudir siempre es lo que se podría llamar "la empatía biológica y afectiva". "Cuando lo dejas todo estás respondiendo al instinto de conexión", indica, "el cerebro de una madre está literalmente programado para responder al llanto del niño y a la llamada del niño".
Durante el embarazo y, sobre todo, tras el parto, en la mujer tienen lugar unos cambios hormonales que fortalecen el vínculo y la sensibilidad hacia las señales del niño. "Cuando un hijo reclama nuestra atención no siempre nos está diciendo te necesito en este momento", añade Perera.
"Ser una buena madre no significa estar siempre disponible sino enseñar, con el ejemplo, a regular las emociones, esperar y distinguir lo que es urgente de lo que es importante", afirma. Raquel expone que acudir a cada llamada puede incluso reforzar la idea de que el niño siempre tiene derecho a interrumpir en el mundo.
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